“Me metió los dedos por el culo e intentó introducir su pene. Dije: ‘no, no’. Entonces, intentó frotar su pene entre mis pechos. Le dije también: ‘no’. A continuación, me preguntó si podía correrse en mi cara, le dije que no, pero lo hizo igual. Me dijo: ‘Llámame amo y me correré. Se una niña buena. Eres una pequeña niña buena’”
«Me bajó los pantalones y me empezó a azotar con su cinturón. Entonces me intentó penetrar analmente sin lubricante. Cuando le dije ‘no’, se fue un momento a la cocina y volvió con mantequilla. Cuando terminó, me llamó ‘esclava’ y me ordenó ‘limpiarle’ (su pene). Protesté y le dije que no era higiénico. Me contestó: ‘¿Estás desafiando a tu amo?’ Tuve que lamer mi propia mierda.»
¿Te acuerdas de Amanda Palmer? Si eres un popu-head de pro, ese nombre, como mínimo, te sonará. Amanda y su grupo, The Dresden Dolls, tuvieron sus 5 minutos de repercusión a principios de siglo en la industria musical y, por ende, en nuestra revista favorita.
Recuerdo que su cabaret-punk estaba muy bien y llegué a reproducir bastante a menudo temas como «Coin-Operated Boy» o «Girl Anachronism». Por cierto, aunque no hayan publicado nada desde 2008, cuentan con casi 2 millones de oyentes mensuales en Spotify. Yo tampoco me lo explico.
Cuando me topé con esta noticia, que se hacía eco de una denuncia a Neil Gaiman y su ex-esposa, Amanda Palmer, por violación, lesiones y coacción (él por cometerlo, ella por facilitarlo), el sexto sentido me hizo click. ¿Amanda Palmer? ¿Esa Amanda Palmer? Mediante un googleado rápido comprobé que sí, que se trataba la cantante de The Dresden Dolls.
Bien, y a Neil Gaiman, ¿lo conoces? A nuestro Metal Nerd y a los de su cuerda, los freaks de los comics y/o la literatura fantástica, la pregunta les ofenderá. Supongo que es como si a un rockero le preguntas si le suena un tal Mick Jagger.

Neil Gaiman es el creador de, entre otras, obras como «The Sandman», «American Gods», «Coraline» o «Good Omens» -todas ellas trasladadas a la pantalla-, algunos de los títulos más míticos de los últimos 40 años en ese mundillo por lo que, como tal, Gaiman es una leyenda. Una rockstar.
Nosotros tenemos los conciertos, ellos tienen lecturas en directo y sesiones de firmas. Y aunque, por desconocimiento, nos pueda parecer mentira, esos eventos, especialmente en los países anglosajones, arrastran multitudes.
Gaiman se distinguió por ser uno de los primeros que consiguió que esas multitudes estuvieran formadas mayoritariamente por mujeres. Varias de ellas, auténticas groupies. Elegante, misterioso, de voz pausada e hipnótica, Neil las volvía locas.
Era habitual que, en sus encuentros con fans, chicas le pidieran autógrafos en los pechos o le pasaran discretamente la llave de su habitación de hotel. Las más atrevidas, ataviadas como una cortesana de Versalles, solicitaban en voz alta ser su esclava sexualen las sesiones públicas de Q&A.

El problema para estas muchachas, en un caso con similitudes con el de Marilyn Manson, es que Gaiman, cuando se apagan los focos, además de gilipollas, tiene unas tendencias sexuales, cuanto menos, no aptas para todos los públicos. La magia se esfumaba al instante cuando el príncipe de las tinieblas que les susurraba cada noche, desde niñas, a través de los audiolibros, les pretendía petar el ojete a las primeras de cambio.
«La degradación sexual, la esclavitud, la dominación, el sadismo y el masoquismo pueden no ser del gusto de todos, pero entre adultos que consienten, el BDSM es legal« – Equipo legal de Neil Gaiman
La periodista Lila Shapiro publicó este enero en el magazine Vulture un articulo de investigación fundamentado en las entrevistas a 8 mujeres. Éstas relataron las perrerías a las que le sometió Gaiman durante sus relaciones.
Una de ellas es Scarlett Pavlovich -suyas son las declaraciones que encabezan este post-, niñera de la familia durante 2022 y que es quien ha llevado a Neil y a Amanda a los tribunales. Si te puede el morbo y la escatología, la pobre Scarlett comparte más detalles en el extensísimo reportaje de Shapiro.
Muy interesantes son los recuerdos de Kendra Strout, fan que mantuvo un largo affaire con el autor. Ya desde el inicio, Gaiman dejó claro que los juegos preliminares y la lubricación no era lo suyo. Cuando ella se quejaba del dolor que ello ocasionaba, el «amo» le daba una charla sobre dominancia y sumisión. ‘Además, si no lo hacemos así, no me puedo correr‘, espetaba Neil.

Según recuerda Strout, Gaiman le explicó que todo empezó cuando, siendo un chaval, estuvo liado con Kathy Acker, escritora punk. Un día, metidos en faena, ella le exigió que le diera latigazos en el coño con un artefacto de esos de 7 colas. Experiencia que le marcó para siempre.
También tuvo que marcarle su infancia dentro de la Cienciología. Su padre fue la mano derecha en Gran Bretaña de L. Ron Hubbard durante décadas y Gaiman, muy reacio a hablar de sus años formativos, parece que no guarda un grato recuerdo.
Strout terminó su relación en 2007 con nuestro protagonista, cuando éste, a pesar de que la mujer le advirtió de que tenía una infección de orina de caballo que le hacía ver las estrellas, se empeñó en penetrarla en contra de su voluntad. En octubre de 2024 presentó una denuncia por violación.
Bien, ¿y qué pinta en todo esto Amanda Palmer?, ¿qué culpa tiene ella de las perversiones de su ya ex-marido?, ¿por qué se la incluye en las demandas?
Sigan leyendo.

Neil Gaiman y Amanda Palmer se conocieron en 2008 a través de un amigo en común. Él, 48 años, un acaudalado gigante de la literatura fantástica con un divorcio y 3 hijos a sus espaldas; ella, 32 años, bohemia y artista multidisciplinar, además de pionera en el mundo del mecenazgo online -fue el primer músico en conseguir 1 millón de dólares a través de Kickstarter- y en el «oficio» de influencer -llegó a ser la madrina de una comunidad muy potente financiada a base de Patreon-.
La conexión fue instantánea y pronto ella le pidió que Gaiman aportara textos al libro fotográfico «Who Killed Amanda Palmer», donde la musa posaba «asesinada» en múltiples escenarios. El romance estaba servido.

Tras un par de años saliendo, la pareja se casó, coincidiendo con el cincuenta aniversario del escritor, en una curiosa flash mob callejera en la que ella hacía de estatua viviente. Si quieres ver las fotos de la «ceremonia», aquí tienes el álbum. Como curiosidad, Frances Bean Cobain, hija de Kurt, fue dama de honor.
Desde el inicio, lo suyo fue una relación abierta. De hecho, se animaban mutuamente a follar con terceras personas para luego contarse los detalles más picantes. Gaiman vivía inmerso en una espiral de groupies, pero Amanda, reconocida libertina, no se quedaba atrás. Muy recordadas son sus performances desnuda en las que se dejaba pintarrajear por los fans.

«We’ve found the best way for us to connect with each other is just to have a lot of sex» – Amanda Palmer reflexionando sobre su matrimonio con Gaiman
Si estuvieron tantos años follando, si Neil le contaba a Amanda los detalles de sus sesiones con las fans, las denunciantes consideran que ésta tenía que estar forzosamente al corriente de la naturaleza sexual de su marido. Es más, Amanda, siempre según las demandas, servía chicas en bandeja a Neil a sabiendas de lo que iba a pasar.
Scarlett Pavlovich, la niñera de la que te hablé antes, era una joven homeless que trabó amistad con Palmer en 2022. Fascinada por el magnetismo de la artista, no se lo pensó dos veces cuando se le ofreció cuidar del retoño de Amanda y Neil, nacido en 2015. La pareja ya estaba separada, pero seguían manteniendo una relación cordial.
Scarlett siguiendo las indicaciones de Amanda, se presentó en el hogar de Gaiman. El niño no estaba. El ya sesentón escritor se excusó aduciendo una fiesta infantil en casa ajena y le invitó a unas copas mientras el chaval volvía. Al cabo de un par de tragos, Neil sugirió a la chica darse un chapuzón en la bañera old school que tenía en el jardín, pues él tenía por delante una larga reunión online de trabajo. Ella aceptó -ya le vale- y, cómo no, Gaiman estaba allí a los 5 minutos en pelota picada.
Lo que sucedió después, lo tienes al principio del post.

Tras finalizar la faena, el maromo le largó que «Amanda me dijo que no te conseguiría, que eras imposible para mí, así que TENÍA que conseguirte. Ojalá te hubiese encontrado en los viejos tiempos, te hubiésemos follado entre los dos«.
Cuando Scarlett habló con Palmer sobre lo sucedido, ésta echó pelotas fuera y le ofreció un empleo estable como nanny. Misterios de la psique humana -y supongo que fruto de una necesidad económica extrema-, la joven aceptó. El Marqués de Sade podría haber firmado lo que sucedió la siguientes semanas.
Todo apunta a que Gaiman es un monstruo violador, ¿verdad?
Sin embargo, la duda ha quedado sembrada cuando se ha comprobado que Pavlovich mandó los siguientes SMS a Gaiman en esas fechas:
“Thank you for a lovely lovely night – wow x.”
“Let me know If you want me to run a bath… I am consumed by thoughts of you, the things you will do to me. I’m so hungry.”
Retrocedamos a 2012. Palmer lleva un tiempo tirándose a una fan. Cuando empieza a perder el interés, la pone en contacto online con su marido. «Le encantarás«. Rachel -nombre ficticio de la fan- y Gaiman empiezan a mensajearse y pronto las conversaciones se vuelven muy porno.
Cuando Gaiman la invita a pasarse por su casa de Wisconsin, Rachel pide consejo a Amanda. ¿»Cómo es tu marido en la cama, qué le gusta«? «Lo divertido es la sorpresa, mujer«.
Siempre hubo consentimiento, pero dolor y miedo son las palabras que mejor definen los ratos de cama de ese fin de semana. «Amanda me entregó como un juguete sexual», recuerda Rachel.


Las que preceden este parráfo son las únicas declaraciones realizadas, a través de sus RRSS, por Amanda Palmer tras, respectivamente, la publicación del reportaje de Shapiro (enero) y la triple demanda presentada por Scarlett Pavlovich, en la que se acusa a Amanda, ni más ni menos, de tráfico de personas. Está claro que sus abogados le han aconsejado mantener la boca cerrada.
Y Neil Gaiman, ¿ha roto su silencio? Sí señora. El 14 de enero publicó un largo alegato en su web que puedes leer aquí:
https://journal.neilgaiman.com/2025/01/breaking-silence.html
Si no tienes tiempo, te lo resumo con esta frase:
«I’m far from a perfect person, but I have never engaged in non-consensual sexual activity with anyone«
Gaiman reconoce haber sido un imbécil en muchas de sus relaciones sexo-afectivas, haber herido sentimientos y tal, pero insiste que el consentimiento siempre estuvo ahí. Salvando las distancias, leo su comunicado y me recuerda al caso Errejón.
Mientras avanza el proceso penal, como suele suceder en estos casos, Gaiman ha sido cancelado preventivamente. Si hasta hace sólo unos meses todas las plataformas se peleaban por adaptar sus obras, ahora todas se han apresurado a recortar temporadas y a anular proyectos. Las editoriales, le repudian.
Seguiremos informando.