Para un true rocker, ser fan de Blur en los 90s era poco viable.
Por una parte, conceptualmente, el brit pop era poco menos que el enemigo, la respuesta flácida británica al grunge.
Blur tenían el agravante de que, en los clips, sus componentes, especialmente Damon Albarn y el bajista del flequillo en la cara, tenían mucha tontería encima. Con esas caritas y manierismos, era fácil caer en la tentanción de catalogar a los de Colchester de banda para pijos y pussies. «Tintín tiene pinta de escuchar a Blur» llegué a leer por ahí.

Tampoco ayudó a que «Girls & Boys«, su tema más petardo y que en realidad es poco representativo de su sonido, fuera su carta de presentación masiva. En cualquier caso, teniendo a Soundgarden, The Black Crowes, Nine Inch Nails, Rage Against The Machine y demás, ¿quien coño tenía tiempo para Blur en 1995?
Y ahí me tienes, 30 años después, metido hasta el cuello en la obra de los creadores de «Parklife».
De hecho, en la famosa trifulca noventera Oasis vs. Blur, siempre estuve de parte de los segundos -más que nada por mi odio furibundo a Oasis-, y singles que sonaban en todas partes como «Charmless Man», «Stereotypes», «Country House», «Beetlembum» o «Song 2» no me desagradaban, pero no, no empecé a escuchar en serio -y admirar- a Blur hasta hace un par de años.

Si has leído hasta aquí, entenderás mi alegría cuando el festival de documentales musicales In-Edit (otro de mis alicientes otoñales junto a Sitges) anunció la programación de «Blur: To the End», cinta en la que nos convertimos en voyeurs de los intestinos de la banda durante el ciclo vital que supuso la reunión, la grabación de «The Ballad of Darren» (2023), la gira de calentamiento y el consiguiente histórico show en Wembley.
Nos deben una película retrospectiva de su carrera, con multitud de imágenes de archivo y mucha música, pero «To the End» -aunque alguno de mis compañeros de sesión no esté de acuerdo- también tiene su miga.
Vamos a ver. Los tipos de Blur, en la actualidad, son señores aburridos de 55 años que físicamente están hechos una mierda. Sorprende, por ejemplo, ver al antaño jovial y dicharachero Damon reconvertido en un huraño semi-ermitaño que vive solo en una apartada aldea. El mal -y ácido- humor, las ojeras, el pesimismo y los achaques imperan en el metraje, así que nadie espere emociones fuertes.
No obstante, mantiene el interés durante su metraje. Es bonito presenciar el reencuentro de unos tipos que, amigos inseparables toda la vida, llevan una década sin hablarse y es hilarante ver lo que les cuesta, a alguno de sus miembros, volver a la vida de carreretera.
Y, lo mejor de todo, es alucinante comprobar el poder de la música. Como os contaba, Albarn, Coxon y compañía están hechos polvo, llevan mal el día a día, pero cuando se suben al escenario, rejuvenecen 30 años al instante. En los hoteles e incluso en el backstage se arrastran, pero es pisar las tablas y la metamorfosis es brutal. Su directo sigue siendo muy muy bueno.
Imaginativos y de sonido muy personal -qué gran guitarrista es Graham Coxon y qué poco se le reconoce-, tengo clarísimo que Blur son una banda a reivindicar. Cualquier día de estos te preparo un recopilatorio doble y te sumo a la causa.
Con cariño, ehhhh, pero … tiene tela que te enganches ahora a Blur, Sammy!!! Yo no podía con ellos, y menos con los Oasis. Por aquella época Stone Temple Pilots ocupaban casi todo el tiempo de mi cabeza … y me la siguen ocupando. Abrazo!!!
Jajaja, es normalísimo que Blur te echen para atrás. He empezado el post enumerando los factores que imposibilitaban ser fan de esta banda en los 90s. Pero ya sabes, con la edad vas probando cosas nuevas.
Stone Temple Pilots siempre me gustarán infinitamente más, pero Blur me parecen un grupo de rock-pop muy válido y con una tremenda personalidad.
Nunca pensé que iba a hacer una pregunta así pero ahí va ….¿disco para empezar con Blur ?
Para mi gusto, sus mejores discos son «Parklife» y «The Great Escape». Pero también es cierto que no están extentos de relleno.
Yo de tí, aunque falten alguno temazos como «Popscene» o «Mr Robinson Quango», empezaría con «Blur: The Best Of», su recopilatorio de 2000. Si te mola, atrévete con «Parklife» y «The Great Escape». De lo contrario, a otra cosa!