Tras la obligada semana de reflexión y asimilación de los resultados, aquí va mi tradicional europost de cada año.
Eurovisión es un plan clásico familiar, una de esas fechas señaladas en el calendario por mujer e hijos. Y como no soy nadie para boicotear la fiesta, me termino sumando a la bacanal de sofá y pizza.
Además, entre la inmundicia generalizada, casi siempre alguien presenta una canción decente. Y como ocurrió hace nada con Måneskin, hasta en ocasiones gana.
Sin embargo, el certamen de este año ha certificado que lo de los italianos fue una excepción a una regla hegemónica: el rock n’ roll ha muerto para Eurovision. Nada sorprendente si no fuera por que la esquela es extensible al pop.
Música de baile, más o menos intimista, de aires anglosajones, latinos o morunos según la latitud del concursante, y baladas. En la edición de 2024, la mayoría de países se decantaron por una opción u otra. Ni rastro del antaño todo poderoso pop-rock.
Sí, se escucharon guitarras. Pero para mi disgusto, encasilladas dentro de la órbita nu-metal/industrial de Noruega, Croacia y la inclasiflicable propuesta de Irlanda (¿eso era black metal?).
De hecho, me alegré de la derrota de la astracanada dálmata a manos de la florecilla suiza. Si debía ganar una de las dos, antes la canción de Nemo -imaginativa, con sus efluvios a lo Sparks- que ese meridiano ejemplo de falso metal que nos intentó colar el tal Baby Lasagna.
En una cosecha ciertamente floja -recomendar, no os puedo recomendar nada-, si me pongo las gafas de la objetividad, el mejor tema, el más trabajado a nivel compositivo, era el israelí. Pero teniendo en cuenta los fregados en que anda metido el estado hebreo, su victoria era una quimera. Los escandalosos resultados del voto del público -Pegasus y la élite hacker pro sionista brillando en su trabajo- no bastaron.
¿Y España? Lo de siempre. Debe ser jodido ser el responsable de RTVE en estos asuntos. Manden a quien manden, sea el estilo que sea, siempre sale mal.
¡Europa no nos entiende!
Ostias… El rock’n’roll ha muerto para el 99% de la humanidad, y me quedo corto. Me asombran amigos míos, que van a ir a Sevilla a ver a AC/DC con sus mujeres… que no se saben más de 2 canciones de ellos. Como si fuera lo más IN … Porca miseria…
Aún tenemos este santo blog … Que Lemmy os bendiga…
Ese tipo de especimen, que sólo consume RN’R una vez al año dejándose un pastón en el show de estadio de turno, es digno de estudio.
Seguro que estos amigos, cuando les hablas de nuevas bandas cojonudas, muestran cero interés. Es una pena.
En fin, ¡ellos a lo suyo y nosotros a lo nuestro!