Day 1
No se me antoja una tarde/ noche mejor en New York City.
Para mí, Williamsburg en Brooklyn es como volver al barrio, conozco sus calles, sus tiendas, sus bares y hasta como se mueve su gente.
Como una ciudad dentro de otra ciudad, cruzando el río en pocas paradas de metro, te plantas en Manhattan. En mi caso en Pete’s Tavern, el bar más antiguo de NY (1864), y que sirvió de previa para el show de Sunny Day Real State en la cercana sala Irving Plaza.

La banda de Seattle rendía tributo a los 30 años de «Diary (1994)», una obra seminal de la música alternativa, que abrió el camino en sonidos Emo o bien para grandes bandas. ¿Acaso los primeros Foo Fighters no sonaban como ellos?
El show fue emotivo, de esos que sabes que estas presenciando algo especial, con una banda comunicativa y que sonó perfecta en todos sus aspectos.

A posterior del show, visita a Joe’s Pizza para comer una «Slice» Pizza. Su horno no para de sacarlas y puedes comértela mientras suena por su hilo musical Billy Joel, U2 o Van Halen.

Y de vuelta al barrio, parada en The Levee para la última copa. Un bar donde puede sonar Butthole Surfers, Judas Priest, The Cure o Devo.
Day 2
Acercarse en el metro a Rockaway Beach, significa cruzar por encima del agua entre casas dejadas y que acumulan oxido en sus jardines secos, y pegados al aeropuerto, una zona antaño dejada y que ahora va a parar a un paseo maritimo cuidado.

Allí conviven casas de mar, hoteles, surfistas buscando su ola, deportistas, etc .. todos bajo la mirada de los aviones que pasan buscando pista para su aterrizaje. Y sí, es inevitable acordarse de los Ramones.
De vuelta a Manhattan, si te dejas caer por Hamburger America disfrutarás de las Smash burgers con denominación de origen.

Con el estomago lleno, una visita a Generation Records que requiere de tiempo, en sus dos plantas encontraras de todo. Mucho hardcore para mantener la escena de la ciudad, metal, etc….material muy cuidado y una amplia colección de t-shirts de todas las bandas posibles. Y su banda sonora exquisita, desde Dead Boys a Infectious Grooves para amenizar tus compras.
Cruzar Washington Square Park requiere que agudices tus sentidos, hay de todo. Baterias improvisando, poetas que ofrecen su arte, hare krishnas intentado inculcar sus creencias, graduados orientales posando, etc.
Por cierto, justo allí empieza la famosa quinta avenida. La puedes subir hasta Dave’s New York. Una de mis tiendas favoritas de la ciudad, orientada a la ropa de trabajo, nada de modas, Levis, Carhartt, Cat, Dickies, Red Wing…

La visita a Times Square es obligatoria, todo sigue en su sitio pero aumentando. Las calles adyacentes cada vez comprenden más pantallas y la zona puede saturar. Como nostálgico me gusta acercarme a la fachada del Radio City Music Hall, parece detenerse el tiempo viendola.

Si Girls Agains Boys llamó Park Avenue a uno de sus temas será por algo. Al margen de las grandes avenidas, tiene un encanto especial
El teleferico para dejarte en la Isla de Roosevelt se ha convertido en un básico, de allí un ferry te devuelve a Hunters Point con el neon de la Pepsi y unas vistas de Manhattan espectaculares.

De vuelta a Brooklyn, cenar entre cocktails y dj’s que seleccionan vinilos de afro jazz, Rolling Stones o funky grueso en Hotel Delmano es una opción perfecta.
Acabar bebiendo Miller en George And Jacks también es perfecto. Sus altavoces emiten sonidos de punk, rock, etc… y si suenan The Stone Roses algo hace recordarte que igual Brooklyn no dista tanto de Manchester.
Bonus: En Williamsburg los discos los anuncian con graffitis de plantilla en sus aceras.
