El único “pecado” que ha cometido Rival Sons con su último disco, ha sido ofrecernos como adelantos la mitad del mismo. “Nobody wants To Die”, “Rapture”, “Bird in the Hand” y “Guillotine” llegaron demasiado pronto, todas excelentes composiciones (y de las que ya se ha escrito en estas líneas), y que, por supuesto encajan a la perfección con el resto del conjunto, en el que nos vamos a centrar en estas líneas.
“Mirrors” arranca con los parámetros habituales de la banda, donde se mueve como quiere, sin necesidad de explotar rápidamente, con un puente acústico y cambio Zeppeliano previo al crujido del estribillo y que se postula con una buena manera de arrancar sus shows. “Bright Light” se acerca sin miramientos al lado más pop, en el que la banda se siente realmente cómoda y no cuesta imaginarse a la banda tocándola en el estudio, para esto ayuda repasar las fotos dela carpeta interior del LP.
“Horses Breath” se desmarca en su forma del resto del álbum, y podría ser un hit en potencia, si la banda sabe mover el tema. Jay canta alejándose del grito, y moldea su voz junto a una guitarra y sesión rítmica que marcan la tensión en todo momento y aplicando un aire chamánico. “Darkside” se despide de forma profunda, y abrazando la oscuridad que se presupone que se romperá con su futuro lanzamiento.
Otra cosa que podríamos achacarles a los californianos, sería la escasez de temas propuestos, solo ocho saben a muy poco, pero les daremos la oportunidad de completar el paquete, ya que su hermano desde el lado luminoso “Lightbringer (2023)”, llegará con el año avanzado.