Gracias por la paciencia de aguantar 70 minutos sin nada «Permissión to Land». Justin Hawkins es consciente que interpretar tu nuevo disco de cabo a rabo es una jugada arriesgada, de ahí esas palabras antes de atacar con «Growing on Me», el pasado sábado, en el concierto de Salamandra.
Un acto valiente, una demostración de seguridad, una muestra de fe en su nuevo material que auyenta el fantasma de la banda nostálgica, blah, blah, blah … pero te la juegas.
A bote pronto, recuerdo haber asistido previamente al menos a 2 shows que siguieron esa fórmula: Monster Magnet presentando «Last Patrol» y The Steepwater Band homenajeando a «Get Yer Ya-Ya’s Out!» de los Stones.
El de Wyndorf y compañía fue uno de los peores conciertos de mi vida. No por qué lo hicieran mal, si no por qué mi conexión con ese disco era nula -y eso que lo tenía en casa desde hacía semanas- y la experiencia fue un coñazo. Pocas veces he mirado tanto la hora en un concierto.
Lo de The Steepwater Band fue justo lo contrario. Claro que hacían trampas. Si fracasas interpretando uno de los mejores directos de la historia, mejor dedícate a otra cosa!
Volviendo a The Darkness, la apuesta les sale relativamente bien. Personalmente -y creo que la mayoría de sus fans estaréis de acuerdo- hubiese preferido que hubiesen practicado el experimento con cualquiera de sus discos anteriores, ya que «Easter is Cancelled», siendo un buen trabajo, ocupa la cola en mi ranking de álbums de los británicos.
Pero aunque algunas de las canciones de «Easter is Cancelled» puedan ser mejorables, cierto, el material es entretenido -visto en perspectiva, sólo prescindiría de «Heart Explodes»- y si The Darkness tienen una virtud, es la de no aburrir.
Vestidos inmaculadamente de blanco, como si fueran una reencarnacion de los recientemente resucitados Angel -tengo pendiente escuchar su «Risen» (2019)-, los hermanos Hawkins, Frankie Poullain y Rufus Taylor -y un tipo calvo que combinaba sus funciones de roadie con las de quinto músico, tocando mandolina, guitarra acústica y lo que hiciera falta- saltaron a las tablas con esa mini ópera-rock llamada «Rock and Roll Deserves to Die».
A partir de ahí, repaso en orden cronológico a los 10 temas que conforman el citado «Easter is Cancelled» en el que, por apetito personal, destacaría la «cara B».
«Heavy Metal Lover» -auténtica montaña rusa a lo The Wildhearts, con un cachondísimo Dan emulando al Joey Belladonna etapa «Bring the Noise»-, la furiosa «Choke on It» o la power ballad «In Another Life» podrían aguantar en el set-list en futuras giras.
Tras la bonita interpretación de «We are the Guitar Men», Justin solo en el escenario empuñando la acústica, breve retirada a los camerinos para volver, ahora sí, transformados en los The Darkness que todos conocemos, con todas sus señas de identidad.
Dan con su camiseta de Thin Lizzy, Frankie con su batín estampado de boa constrictor y Justin enfundado en un mono imposible de color rojo chillón. Todo en su sitio.
Con los primeros toques de cowbell, el jolgorio ya fue monumental, pues la «intro» de Poullain anunciaba «One Way Ticket to Hell … and Back». Aunque la respuesta ante los nuevos temas fue en todo momento cálida, todos teníamos sed de clásicos.
«Love is Only a Feeling», «Givin’ Up», «Solid Gold», «Barbarian», «Japanese Prisoner of Love» y, por supuesto, «Get your Hands Off my Woman» (motherfuckeeeeeeer) y «I Believe in a Thing Called Love» completaron un fiestón que no se vio empañado ni por la innecesaria versión metalera de Radiohead (por favor, que alguien les convenza de sustituirla por, pongamos, «Every Inch of You»).
Sobre Justin Hawkins ya está todo escrito. Como leí a un forero, es el hombre que vendería neveras a un esquimal. Es uno de los últimos ejemplares de una especie en extinción.
Pero le pondré una pega: le vi especialmente patoso en el lanzamiento de espuela de púas, un arte que antaño dominaba a la perfección. La edad no perdona.
