La próxima vez (ojalá la haya) que The Georgia Thunderbolts pisen nuestras salas, aquello será la polla. Si a pesar de sufrir un sonido pésimo -esa batería salida del «St. Anger» de Metallica que se lo comía todo, especialmente las guitarras- y de estar sobre el escenario unos paupérrimos 40 minutos, el sabor de boca fue bastante bueno, estoy seguro que con los elementos a favor darán un show antológico.
Los de Rome (Georgia) cuentan con una carta escénica ganadora: su hacha Riley Couzzourt, con su apabullante presencia XXL, se sale. Si me dijeran que The Georgia Thunderbolts es SU banda y que los demás son colegas a los que ha invitado a unirse, me lo creería. No sé a nivel compositivo, pero encima de las tablas es el alma de la fiesta.
Tanto que quizás llegue a eclipsar a sus compañeros. Pero no es su culpa, son los otros -especialmente el bajista y el guitarra rítmica- quienes deben espavilar. T.J. Lyle va a ratos, arrancó algo reservado, pero cuando soltaba el pie de micro se revelaba como el frontman poderoso que necesita esa banda.
A nivel de repertorio, una decena de temas, el grueso de su excelente LP debut. Por cierto, mi primeriza asociación visual de las orondas figuras de Couzzourt y del baterista con los hermanos Dimebag y Vinnie Paul Abbot quedó refrendada por ese fugaz pero tremebundo ataque al «Cowboys From Hell» de Pantera.
Lo dicho, si su carrera fructifica y se siguen acordando de nosotros, nos aguardan grandes veladas del mejor southern rock.
Esa noche estaba en Razzmatazz 2 (que presentaba cerca de tres cuartos de entrada) por The Georgia Thunderbolts, pero ya que acto seguido actuaban Black Stone Cherry, tampoco era plan de irse a casa. En su momento seguí con atención los compases iniciales de su trayectoria, me considero fan de sus 3 primeros discos y los vi en directo en Apolo 2 mil años atrás, pero desconecté de ellos hace la tira.
Y algo desconectado y desganado empecé con su show. Su entrega escénica sigue siendo intachable, la hiperactividad del guitarrista Ben Wells, propia de esas saltarinas bandas de metal-core, es tremenda, pero el mal sonido que no terminaba de arreglarse y la sucesión de algunos temas anódinos me tenían en fuera de juego.
Sin embargo, tras el pesado solo de batería cambié el chip. No digo que el alcohol no tuviera que ver, pero de repente aquello empezó a sonar bien y BSC protagonizaron una fabulosa última media hora en la que enlazaron, así del tirón, «Ringin’ in My Head», «In My Blood», «White Trash Millionaire», «Blame It on the Boom Boom» y «Lonely Train», a cual mejor.
El rácano bis conformado por una sosa balada, durante la que intervio el vocalista de The Georgia Thunderbolts, fue una bajona, pero que les quiten lo rockeado. ¿Pagaría de nuevo por Black Stone Cherry? No creo, ese grupo ya no es mi guerra, pero no me fui con la sensación de haber perdido tiempo y dinero.
Espero que vuelvan los Georgia Thunderbolts, su disco debut es todo un pepinazo, a una gira de salas siendo las cabezas del cartel. Balck Stone Cherry los vi en la gira anterior y me dejaron muy frío, como dices ya no son mi guerra….. Saludos.
Hey, Manel! Fueron 40 minutos atropellados y con un sonido bastante malo. Y aún así, los Thunderbolts tuvieron grandes momentos. Acaraperro ya tiene deberes!!! 😀
Aquí va mi opinión.
Yo: los ví en Bilbao el 30 de sept. Menos de un tercio de aforo que cuando se acercaron con Monster Truck (creo que en 2019). Sí, hay crisis y es evidente.
Me perdí los Georgia … puto curro.
BSC fueron de menos a más, hasta que ajustaron el sonido en la tercera canción.
A partir de ahí, apisanodora sónica. Actitud y canciones les sobran.
Lo dan todo … Yo más no puedo pedir!!!