The Who – Barcelona 14-06-2023 – Palau Sant Jordi

¿Qué coño estoy haciendo aquí?

Seguro que alguna vez te has hecho esa pregunta en un concierto. El show no te está gustando. Te sientes fuera de lugar. Has venido por inercia y ahora te arrepientes. No mientas, todos hemos pasado por eso.

No creo que fuera el único en (re)plantearse el sentido de su presencia durante los primeros 20 minutos del show de The Who en Barcelona.

Las cartas encima de la mesa: yo no soy fan. Evidentemente soy consciente de su grandeza y me encantan sus hits, pero no controlo su carrera al nivel de unos Stones, AC/DC, Guns N’ Roses o Aerosmith, grupos fundamentales en mi existencia.

Jamás he escuchado «Tommy» o «Quadrophenia» enteros (aunque el primero lo tengo en casa). Y más allá de su quincena de canciones más populares, me pierdo. Y así me sentí, perdido, desubicado, ante ese eterno acto inicial sinfónico, con Daltrey y Townsend haciendo de mimos y la orquesta aplastando a la banda.

Yo venía a ver un grandes éxitos -feo, pero cierto- y me estaban dando la BSO de «Avatar». Sí, fans, ya sé que eran instrumentales de «Tommy», pero a mi me sonaba a «Filmax presenta…». Ante lo que yo sentía como un despropósito, con el añadido de un Palau Sant Jordi glacial y aturdido -se escuchaban las toses entre tema y tema-, ¿qué coño estaba haciendo yo allí? Esa sensación de «mierda, he picado». Ni las intercaladas «Pinball Wizard» y «Who Are You» levantaban aquello.

Afortunamente, una vez la Orquesta Simfònica del Vallés -¿esto estaba previsto de buen principio o ante la ruinosa taquilla se han negado a desplazar a toda la tropa desde UK?- se retiró a sus aposentos, The Who despertaron del letargo para ofrecernos unos buenísimos minutos.

La guitarra de Townsend, pletórico, por fin se escuchó, Starkley le pudo pegar con las baquetas a gusto y Daltrey, con sus limitaciones, empezó a enchufarse.

«The Seeker», «I Can See For Miles», «Substitute», «Won’t Get Fooled Again» o «Behind Blue Eyes», nerviosas, enérgicas … ahora sí, ahora todo cobró sentido.

La orquesta volvió para atacar «Quadrophenia», pero esta vez el ensamblaje entre RN’R y música clásica fue mejor.

Salvo el innecesario momento «Informe Semanal» (repaso tremendamente monárquico y plasta a los hitos de los últimos 50 años a través de las pantallas gigantes), esta fase fue más llevadera que la inicial, desembocando en la inefable «Baba O’Riley», tremenda, con solo de violinista asian hot incluido.

Curioso el momento Spinal Tap comunitario final, cuando tanto orquesta como público no nos habíamos enterado de que el concierto había terminado. Tuvieron que encender luces para que tanto músicos como público se diera por aludido.

Supongo que todos echábamos de menos un «My Generation» (que sí, que ya sé que no la tocan en esta gira!).

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