Dirty Honey – Barcelona 11-03-24 – Sala Apolo 2

Las primeras veces suelen ser las mejores. O al menos, son de las que guardas un recuerdo más especial. La primera paja, la primera cogorza, el primer concierto de Dirty Honey … las siguientes veces, por muy buenas que sean, una vez desaparecido el efecto sorpresa, ya no será lo mismo.

De ahí que en foros y otras crónicas más tempraneras que la mía habrás leído la misma cantinela: el año pasado Dirty Honey estuvieron mejor. Y no te mienten. La gira de enero de 2023 fue apoteósica.

En su primera visita a la península, en salas notablemente más pequeñas -al menos en BCN-, Marc Labelle, John Notto y compañía arrasaron. Con hambre, muchas ganas de gustar y una actitud matadora, su classic rock -que a diferencia de unos Rival Sons bebe tanto de los 70’s como de los 80’s- noqueó a todo el que estuvo presente.

Yo viví ese show a un palmo del escenario y me dejó huella. A mí y a todos los que estuvimos allí. De ahí que, 14 meses después, a base de boca-oreja, Dirty Honey duplicaran sobradamente los tiquets vendidos. Apolo 2, más grande de lo que la recordaba, rozó el lleno y el ambiente era el de las grandes ocasiones.

Mucha, muchisíma gente para un estilo, el sleazy hard rock netamente californiano, que no suele despertar demasiadas pasiones por estas latitudes. Buenísima noticia.

¿El recital? De notable alto para un servidor ¿Mejor la primera vez? Qué sí. Pero no dejó de ser un concierto espléndido. Con un set-list basado en su reciente y fantástico «Can’t Find the Brakes» (si no me descuento, sólo «Roam» y «Rebel Son» quedaron fuera), aderezado con hits pretéritos inefábles como las tremebundas «California Dreamin», «When I’m Gone», «The Wire» o «Tied Up», Dirty Honey, carisma a raudales y sonando de puta madre -¡Notto maestro!-, volvieron a dar una lección de nuestra música favorita.

¿Highlights? La grasa funky de «Get a Little High», el mini set acústico culminado con una «Honky Tonk Woman» en clave hillbilly y una asesina «Won’t Take Me Alive» que dio paso al polémico cierre.

Evidentemente, invertir 10 de los últimos 15 minutos de tu concierto en solos intrascendentes no es la mejor de las ideas, pero no jodamos, tampoco fue para tanto. Al menos, a mí no me dejó fuera de juego. Con ganas de un par de temas más, sí. En cualquier caso, «peccata minuta» para una banda NECESARIA.

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