«El Monstruo de St.Pauli» (2019) – Miedo y asco en el barrio rojo de Hamburgo

«El Monstruo de St.Pauli» («Der Goldenen Handschuh») no está disponible en ninguna plataforma y no me extraña. Hay que tenerlos muy bien puestos para tener semejante película en tu catálogo. A su lado, una cinta como «The House That Jack Built» de Von Trier es Disney.

No sé que cable se le cruzó a un director tan respetable como Fatih Akin. El germano de ascendencia turca cuenta con unas cuantas perlas a sus espaldas y es un habitual de los palmarés de los grandes festivales. Peliculones como «Contra la Pared», «Al Otro Lado» o «En la sombra» atesoran premios en Cannes, Berlín y los Globos de Oro. Recomiendo especialmente la primera, una pasada de film.

Fritz Honka, el perfecto anfitrión

Realizar una adaptación de la novela «Der Goldene Handschuh», obra que disecciona la vida de Fritz Honka, el perturbado que asesinaba prostitutas en el St.Pauli -el barrio chino de Hamburgo- de los 70’s, podía ser una buena idea. Los biopics sobre psicópatas siempre son interesantes. Sin embargo, a Akin se le fue de las manos. Pagaría por ver las caras de la gente que acudió a las salas a ver lo nuevo de uno de los directores europeos más cool.

El Fritz Honka real durante el juicio

«El Monstruo de St.Pauli» es la cinta más sucia, fea, enferma e indigesta que he visto en mucho tiempo. Estás viendo la película, estás viendo al deforme Honka intentar follar (no trempa), apalizar, masacrar, despedazar y almacenar viejas prostitutas borrachas en su infecto cuchitril forrado de fotos porno y te sientes culpable, te sientes fatal. La terminas y necesitas una ducha y una sesión de terapia.

Y no me malentiendas, toda esta perorata no es una crítica negativa. Ni una sarta de elogios. Es una constatación de lo que es «El Monstruo de St.Pauli». Toda una experiencia digna de ver, eso sí, con el estómago vacio y la salud mental a prueba de balas. Avisado estás.

Mención especial merece el Goldene Handschuh. El 60% de la trama acontece en el ático de los horrores, pero el otro 40% sucede en esa taberna tronada del barrio rojo hamburgués. Putas cuyo mejor momento pasó hace 35 años y que harían salir por patas a todo un Bukowski, borrachos irredentos, ajados ex-oficiales nazis y marineros, una fauna entre la que Honka se siente como pez en el agua mientras consume compulsivamente aguardiente y otea a sus próximas conquistas.

Parroquiano 1: Joder, la vieja del otro día que me ligué aquí estaba muy cachonda. Hace poco me follé a otra abuela, muy cachonda también. Me follé sus sobacos, codos y rodillas.

Parroquiano 2: ¿No tenía coño?

Parroquiano 1: Un coño te lo puedes follar en cualquier parte. Podría desayunar coño cada día si quisiera.

Parroquiano 2: También es verdad.

Ese es el nivel del Goldene Handschuh.

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