Auténtico «tour de force» el vivido ayer en la Salamandra, con un trío de grupos representativos del progresivo más actual, algunos de ellos con una propuesta algo extrema para mi gusto. He de reconocer que ayer traspase los confines de mi música de confort, pero efectuado un balance, la experiencia fue más que positiva.
Es cierto que me muevo en terrenos musicales más hardrockeros y clásicos, huyendo de tanto exhibicionismo y potencia instrumental, pero ayer pude darme cuenta que existe otra parroquia rockera, eso si bastante joven, que llena salas y que es entusiasta de bandas con propuestas musicales de sonidos complejos, complicados y extremos.
El hecho de programar un cartel con tres bandas, hace que la primera descarga empiece a unas horas en que la sala todavía no presente una buen entrada. Y eso fue lo que les pasó a los neoyorquinos Cryptodira. Con media sala, Cryptodira arrancó desplegando todo su arsenal sónico de metal progresivo acompañado de voces guturales, que es lo que más me cuesta de asimilar. Pero que son necesarias para el desarrollo musical que promueven este cuarteto. 30′ intensos y efectivos.
Con los americanos Between The Buried & Me la sala ya presentaba una buena entrada y pude apreciar que tenían bastantes seguidores. La descarga fue devastadora, si bien empezó con algún problema en la guitarra, que fue amenizada con improvisaciones de bateria y bajo. Aquí tambien hay voz gutural y cuando sale a la palestra, la música adquiere un grado de intensidad , que hace que los mas fieles seguidores se dejen llevar por esa agresividad en un pogo constante. A nivel musical, colosal descarga llena de potencia pero también de virtuosismo, personificado en la persona del guitarrista Paul Waggoner. «Never Seen/Future Shock» o «Voice of Trespass» son temas de largos desarrollos que permiten encajar sonidos más violentos y extremos con otros más suaves e incluso atmosféricos. 60′ tremebundos.
Y para finalizar, la traca final: los londinenses Haken, con la aparición de los 6 miembros en escena vistiendo todos ellos la misma camisa floreada, referencia a su último trabajo «Fauna».
A partir de aquí la potencia sónica de estos ingleses es imponente: cemento armado inyectado a capas. Con dos guitarristas virtuosos ( guitarra de 8 cuerdas) y un bajista ( 6 cuerdas) el espectáculo sonoro estaba mas que garantizado. Todo apoyado por las buenas melodías vocales de Ross Jennings un cantante al mas puro estilo Jon Anderson. Repaso a temas de su último trabajo ( «The Alphabet Of Me» o «Lovebite») , dotados de un cierto sonido electrónico e incluso comerciales, pero que quedan engullidos por esos sonidos crudos de guitarras y bajos. Finalizan con esa salvajada de suite que es «Messiah Complex» en sus 5 movimientos y sus 15′. Descarga aproximada de 90′ que hizo quedarme con ganas de mas.