¡Hasta siempre, Rocksound! + Suma & Avon live: una retro crónica.

Rocksound cierra, porca miseria.

Mi relación con la sala se establece desde hace relativamente poco., en 2017. Cuando abrió sus puertas allá por 2008, estaba viviendo en Madrid y hasta que no volví por estas latitudes no tuve oportunidad de visitar el local. Tendría que pasar, todavía, algún tiempo y tejer una buena amistad para ello. Pero el día llegó, llegó y se prendió la llama. En 2017 Whores y Big Business hacían estallar la sala, ese concierto (fundacional para mi) amarró un sentimiento de amor por Rocksound.

Todo en ese local es, no perfecto puesto que la perfección es una reverenda mierda, es simplemente tu lugar. Tu casa lejos de casa. Las bandas a un palmo del careto, sudándote encima, traspasado de electricidad, decibelios, distorsión: de sentimiento. Todo esto es para mí Rocksound, en apenas dos años de vivirla y sentirla la hice también mía.

Uno de los grandes momentos personales vividos ahí fue el Nick Oliveri’s Death Acoustic y la posterior charla con Nick, ¡el puto Nick Oliveri!. Charlando, riendo (qué loco está el amigo!), tomando birras, hablando de la muerte de su padre ya que ese día era el aniversario de la muerte. Bueno: ésta era la magia, compartir más que el show. Este tipo de cosas son, eran, las que aportaban de más, mucho más, en la fucking Rocksound.

Esto, por desgracia, se pierde. Perdimos la promotora Red Sun que, hacia un trabajo tremendo, perdemos Rocksound. Es perdida, pero qué coño, las vivencias nos hacen, nos quedan y nos alimentan. Se va a hacer difícil no tener esa referencia en la ciudad, ese lugar especial dónde cada evento es una fiesta, esperemos que en algún momento

resurja, en algún, cualquier, otro lugar.

Para despedir con un: ’¡Hasta siempre!’ a esta maravillosa sala vamos a revivir un conciertazo vivido ahí. Ésta es la retro crónica (en negro) de una noche par recordar por siempre jamás: SUMA.

Suma & Avon – 3 de mayo de 2018, Rocksound. BCN.

El primer jueves del mes de mayo de 2018 iba a quedar marcado para siempre como el día en que Rocksound prácticamente colapsa. La tormenta sónica que se venía tenía la malevolencia del mismísimo infierno, la brutalidad de un huracán desbocado, la densidad de la brea, la oscuridad de la noche sin luna, la intensidad del polvo feroz y urgente y lúbrico, la violencia que estalla por la ira acumulada.

La noche del 3 de mayo implicaba dos cosas que en verdad son una. Iba a ser la primera vez que presenciaría a Alfredo Hernandez con su proyecto Avon. Tener un coloso de los seminales Kyuss enfrente no es cualquier cosa. Así mismo iba a ser la primera vez (y única por el momento) que disfrutaba de SUMA. Otro descubrimiento proporcionado por mi amigo Ra, no, no es el dios egipcio, es alguien muchísimo mejor.

Lo que no sabía esa noche era la tremenda impresión que me dejarían estos suecos. Su propuesta en álbum ya era absolutamente demoledora, pero en directo, no sabía como se las gastaban.

La noche no empezó siendo muy apasionante, personalmente no disfruté demasiado de Avon, sin ser un mal concierto, no terminó de emocionarme. Aun con todo, los guiños a QOTSA con ‘Regular John’ o el corte que da nombre a la banda, ‘Avon’, estuvieron muy bien, muy disfrutables.  El repertorio propio de la banda no me llegó todo lo que debería, sin dramas ni rasgadas de vestiduras. Avon son más que la nostalgia y tienen buenos temas, Alfredo junto con James Childs y Charles Pasarell han formado una buena banda. Pero ese día no surgió el chispazo.

Al terminar el concierto, en el entre acto, los chicos de Suma aparecieron fuera del local para apurar el último piti antes de la actuación. Tipos sin alardes, sencillos, cuasi vergonzosos. La transformación que se produciría en ellos sería total: la tormenta estaba a punto de estallar.

Batería en el centro, flanqueado por guitarra ala izquierda y bajo a la derecha y, como muro de contención, detrás de ellos, la maquinaria de escupir samplers y efectos. Eric, Peter, Johan y Rick respectivamente. Su nombre: SUMA. Doom, sludge, stoner., su propuesta es sencillamente devastadora.

El concierto que dieron no se puede definir de otra manera que APABULLANTE. Desde la deflagración inicial (creo que empezaron con Bait for Maggots) y hasta la última nota distorsionada y electrizante todo, absolutamente todo cuadró. La sensación de encontrarse inmerso en todos y cada uno de los temas fue constante. Como el efecto centrifugado de las olas que engullen y escupen a los incautos en el océano, así salimos todos de la experiencia Suma. Todos.

Hypno Assassin, la citada Bait for Maggots, Let the Churches Burn, Ashes… Da igual el tema, porque lo que nos ofrecieron fue una descarga continua dónde los temas no eran esenciales porque la rabia y la actitud, la cadencia, la manera en que contaban cada tema no daba respiro, te imbuían en su ser y estar, cada beat, cada riff, cada sampler, todo, todo arrastraba a los asistentes a su mundo particular. Comunión es la palabra que se me viene a la cabeza.

Después de la demolición, la calma. Toda la furia se disipa y los tipos se transforman de nuevo en gente sencilla y accesible, que se toma sus shots en la barra (creo que pagándoselos ellos mismos), que te agradecen de corazón las felicitaciones y la conversación que les puedas ofrecer. Esa fue la noche más grandiosa que he vivido allí. Eso era Rocksound.

¡Hasta siempre, carajo!

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