Henry Lee Lucas: retrato de un mentiroso

Perplejo me he quedado tres ver el documental de Netflix sobre Henry Lee Lucas, “The Confession Killer”. Ha sido como si ahora me contaran que Johnny Thunders, en realidad, solo fumaba porros y Vince Neil solo se follaba a su novia. Recuerdo, a principios de los noventa, discusiones de quien acojonaba más si Henry Lucas o Hannibal Lecter y la respuesta era claramente Henry: mataba aleatoriamente y sin motivo aparente y sin ningún patrón; es decir, cualquier hijo de vecino podía ser su víctima

La serie documental de cinco capítulos comienza explicando la detención de Henry por matar a su novia adolescente, para enlazar con la declaración sobre los detalles de sus supuestos otros cientos de asesinatos. El Marshall de los Rangers de Texas, viendo el filón que eso supone para sus estadísticas, comienza a cerrar casos de homicidio a punta pala en connivencia con Lee Lucas, tratandole como a un coleguita de toda la vida.

Los medios hicieron el resto: convirtieron a Henry en una estrella mediática que mató en casi todos los estados americanos y a los Rangers en los grandes héroes americanos por atrapar al asesino más prolífico de EEUU.  Cómo se va deshilando todo el montaje de los Rangers, hay que degustarlo capítulo a capítulo. No tiene desperdicio.

Nada, que el más glamuroso y astuto de los psychokillers sigue siendo Ted Bundy, mientras que los Rangers de Texas solo son True American Heroes en la serie de Chuck Norris.

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