En el mundo de Ruyter y Blaine, todo sigue en su sitio, y eso en una banda como Nashville Pussy es bueno. Sus shows, salvo por el fuego y el alcohol en exceso de sus inicios, no distan mucho de los que vienen haciendo durante la última década, lo cual quiere decir que si bien hay algún pequeño «truco» escénico, lo que domina es la propuesta musical.
El show de Stuttgart se programó en el pequeño club Goldmark’s, ubicado en uno de los pasadizos de la parada de metro de U-Bahn de Charlottenplatz, pero que cuenta con un Biergarten en el que un Dj ameniza la previa y el post concierto pinchando singles 7″. Realmente interesante esta propuesta.
El show es directo y rápido, en poco más de una hora se liquidan un setlist que se reparte entre todos sus discos, incluyendo de inicio pequeños «clásicos» como «Piece Of Ass» o «Come on Come On», para enganchar de inmediato a todos los que asisten al show. Por supuesto, el pequeño espectáculo de Blaine está presente, cambia su gorra de camionero por un sombrero de cowboy, se descalza, baila y da de beber a cerveza de su sombrero al público.
Mientras tanto Ruyter, por supuesto centra las miradas con su forma de tocar, ya sea dejándose querer por las primeras filas o tirandose por el suelo para dar finalizada una primera parte del show con una lluvia de Jack Daniels. Y si el show empieza de forma directa, el bis no lo es menos, «Keep On Fuckin'» y «Go Motherfucker Go» finiquitan un show en el la banda se muestra más en forma y ofrece lo que todo el mundo espera, es decir: Diversión y High & Roll!
