Palaye Royale + Yonaka + Starbenders – Barcelona 15/02/23 – Sala Apolo

Nunca te creas eso del RN’R is dead. Lo que está en peligro de extinción es el rock n’ roll que nos gusta a tí y a mí, el rock n’ roll que más gusta en SPD. Ese desaparecerá con nosotros. Pero hay otro rock n’ roll, claro que sí. No lo conoces o si lo conoces, no te gusta. Pero existe, vaya si existe. Y lo más importante de todo, gusta a las nuevas generaciones, lo que garantiza su pervivencia.

¿Un ejemplo? Bring Me The Horizon agotaban el papel del Sant Jordi Club el pasado fin de semana ¿Otro? Palaye Royale, con mucho menos soporte mediático que los primeros, probablemente sea la primera vez que lees su nombre, llenaron todo un Apolo hace unos días. Y lo mejor: la media de edad que era, ¿de 22 años?

Palaye Royale + Yonaka + Starbenders. Hace unos años me encontré en una situación similar y salí escaldado. Fue un Amaranthe + Engel + Santa Cruz en 2015. Santa Cruz justo habían lanzado su segundo disco y todavía me gustaban muchísimo. Lo consideré como una oportunidad única de verlos en directo -el tiempo me ha dado la razón- y acudí a la llamada infravalorando el peligro de sus compañeros de cartel.

Santa Cruz circa 2015

Santa Cruz, durante su media horita, estuvieron fenomenales. Lo que vino a continuación fue muy duro. El death metal de Engel, aunque indigesto, lo pude sobrellevar con dignidad. Pero la pachanga popero-metálica de Amaranthe fue de lo peor que he visto en un escenario. Bastante más cercano a una clase de zumba o a una gala de OT que a un concierto. Un larguísimo mal trago.

Starbenders me encantan. Junto a Starcrawler son mis «protegidos», mi banda joven favorita. Su propuesta, tanto musical como estética, me encaja como un guante, así que necesitaba estar en Apolo. Aún sabiendo que no superarían los 30 minutos. Y a pesar de Yonaka y Palaye Royale.

De los primeros no había escuchado una nota. De los segundos, conocía los singles de sus últimos trabajos y no me gustaban. Mentalmente estaba preparado. Tras el más que posible éxtasis con los 4 superhéroes de Atlanta, podía enfrentarme a 3 horas muuuuy largas.

Mis expectativas se cumplieron con Starbenders. Un excelente show, dolorosamente corto, en el que la impactante Kimi Shelter -cuyo look la asemeja a una versión femenina de Dizzy Dean Davidson- y los suyos desplegaron todo su encanto visual y rockandrolero.

La vocalista es la jefa del cotarro y centro de las miradas, pero el Slash de gimnasio que tienen por lead guitar, ese bajista 100% glam-trash y la inigualable Emily Moon -sin discusión, la bateria más sexy del RN’R actual- completan un pack ultra-atractivo.

Con su personal mix sónico, que tanto bebe de Heart, los Fleetwood Mac de Stevie Nicks, las bandas góticas 80’s como del hard rock más puro y duro, nos dejaron con ganas de mucho más a todos, arrancando la ovación de una juvenil audiencia que en 99% no conocía previamente de su existencia.

Mi Xaomi no da para mucho y suena como el culo, pero chequea esta atmosférica «Cover Me», de abrasivo final, y te harás una idea de cómo se las gastan en directo Starbenders:

Sí, Starbenders ganaron fans, pero la chavalada -a diferencia de un servidor- estaba allí por lo que venía a continuación. De ahí que buena parte del respetable estuviera coreando su nombre cuando Yonaka saltaron a escena.

Y bien, no empezaré a seguirles en redes, pero los de Brighton me sorprendieron gratamente. Con ese inherente deje hooligan e insolente que llevan los ingleses en la sangre, Yonaka me entretuvieron de mala manera con su inclasificable mescolanza de punk, nu metal, post-loquesea de ese que le gusta a OscarFS y pop.

Theresa Jarvis es una frontman muy efectiva, va sobrada de voz y en ocasiones me recordó a una Amy Taylor que hubiese aprendido a bailar. El resto de la banda, tipos que podrían ser figurantes de «Trainspotting».

La cosa iba bien. Los 40 minutillos de Yonaka se pasaron en un suspiro, así que me vi con fuerzas para no moverme de la baldosa y enfrentarme a Palaye Royale, las estrellas de la función.

Los hermanos Kropp tienen una planta inmejorable. Vienen a ser una fusión de Dregen, Keith Richards, Tommy Lee y Nosferatu. Normal que las vuelvan locas. Y encima llevan de acompañamiento a un par de tíos -bajista y lead guitar- que no hubiesen desentonado en los New York Dolls. ¡Lástima que una de las bandas con mejor look rockero que jamas haya visto no toquen (mi) rock n’ roll!

Ellos se definen fashion-art rock (!?). Yo no sabría como hacerlo. Sus referentes deben ser ¿My Chemical Romance? ¿Muse? Ni idea, estoy en una dimensión paralela. Lo que está claro es que Palaye Royale, con su propuesta enegética y saltarina, ofrecen un show que es puro entertainment.

Mientras escribo estas líneas voy escuchando algunos canciones de su set-list y nada, no conecto. Sin embargo, en directo son otra cosa. A base de sudor y motivación, consiguen dar una vuelta de tuerca a unos temas reguleros y terminas pasando un buen rato. Sus fans flipan, por supuesto.

Su vocalista, Remington, vestido como un asistente del Salón del Manga, se deja la piel y contagia con su pasión e hiperactividad. El chaval hasta navega las aguas de Apolo como si fuera un David Lee Roth del s.XXI. Mientras, Sebastian, el mediano de los Kropp, sobrio, enfundado en un precioso traje de motivos florales, le da un contrapunto de distinción con sus rasgados.

Pero el arma secreta del combo es Andrew Martin, el tío que parece salido de Mott The Hoople. Aquí y allá, seguramente menos de lo que le gustaría, iba enriqueciendo el repertorio con punteos y solos que eran oro classic rockero.

En definitiva, misión cumplida y traumas superados en una velada rotunda e inesperadamente satisfactoria.

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