Productor, tu cara no me suena – Volumen 5

Por petición popular, retomamos las entregas donde te mostramos el rostro de los productores que figuran en los créditos de tus discos favoritos. Ese nombre que has leído mil veces pero al que nunca has puesto cara.

Si te gusta esta sección, estás de suerte. Ya puestos en faena he recopilado material para, al menos, un par de capítulos más.

Joe Hardy

El melenas sentado entre Billy Gibbons y John Fry, fundador de los Ardent Studios, es Joe Hardy. Este hombre, desde su posición de hombre-para-todo en los citados legendarios estudios ubicados en Memphis, produjo y/o mezcló y/o trabajó como ingeniero en un puñado de discos excepcionales.

Centrándonos exclusivamente en su labor como productor, tras unos años de fogueo empezó su buena racha con un coloso como «Young Man’s Blues» de Rock City Angels, una especie de Santo Grial durante muchos años para muchos rockeros. Ya sabéis, el disco destinado a competir con «Appetite for Destruction» y que fue supuestamente enterrado por Geffen.

A partir de ahí, entre otros, su nombre se asocia a gemas como «In The Land Of Salvation And Sin» de The Georgia Satellites, «Surprise Attack» de Tora Tora, «The Hard Way» de Steve Earle & The Dukes, «Beautiful Mess» de Thelonious Monster o «Brand New Bag» de The Mother Station, a parte de varios trabajos con Green on Red o The Jeff Healey Band.

En sus últimos años -falleció en 2019- colaboró estrechamente con la barba más famosa del rock (su relación se remontaba a los tiempos de «Afterburner»), produciendo «La Futura» (2012) de ZZ Top y «The Big Bad Blues» (2018) de Gibbons en solitario.

Como anécdota, resaltar que Hardy produjo prácticamente todos los discos de nuestros Siniestro Total a partir de «Made in Japan» (1994).

Joe Hardy trabajando en las mezclas de «Please to Meet Me» junto a Replacements

Rick Parashar

Su nombre no suena tanto como el de sus compañeros de profesión noventeros, pero pocos igualan el currículum de Rakesh «Rick» Parashar. Propietario junto a su hermano Raj de los London Bridge Studios de Seattle, Parashar tenía como clientela a los grandes de la ciudad. Allí produjo discos tan emblemáticos como «Ten» de Pearl Jam, los homónimos de Temple of the Dog y de Pride & Glory, «SAP» de Alice in Chains o el debut de Blind Melon.

En el presente siglo, una vez finiquitada la era grunge, se ganó las habichuelas trabajando con bandas tan exitosas -y poco recomendables- como Nickleback, 3 Doors Down o Bon Jovi («Have a Nice Day»). Rakesh nos dejó demasiado pronto en 2014.

Rick Parashar, segundo por la derecha junto a Blind Melon

Tomas Skogsberg

Ese tipo flaco con mullet fotografiado al lado de un juvenil Nicke Andersson es Tomas Skogsberg. Si el rock n’ roll europeo -continental- cuenta con una gran estrella a los controles, ese es nuestro protagonista. Y es que Skogsberg es legendario por doble motivo.

Por una parte, desde sus Sunlight Studio y siendo todavía un chaval, a finales de los 80’s/principios de los 90’s dio forma al Death Metal escandinavo. Bandas como Entombed, Therion, Carnage, Dismember, Dark Throne, At the Gates, Grave o Amorphis, esenciales para los fans de los sonidos extremos, dieron sus primeros pasos de la mano de Skogsberg.

Paralelamente a las producciones cafres, Skogsberg empezó a experimentar con otros géneros más afines a los de un servidor. Así, en 1993 daba la alternativa a dos bandas locales llamadas Refused y Diamond Dogs. Poco después pondría su radar en el nuevo proyecto del batería de Entombed, su viejo colega Nicke Andersson. Estamos hablando de The Hellacopters, por supuesto. Un tal Dregen, guitarrista de esa banda, también tenía otro grupo de adolescencia que quería resucitar, Backyard Babies. Skogsberg se ofreció a darles una mano. El action rock escandinavo que nos salvó a finales de siglo había nacido.

«Supershitty to the Max», «Payin’ the Dues», «Total 13», «Making Enemies is Good» «Maryslim», «Too Much Is Always Better…Than Not Enough…». Ya sabéis de que hablo.

Por cierto, los fans de esa escena deberían darle un tiento a Scumbag Millionaire, sus actuales protegidos.

Tomas Skogsberg hoy

Don Was

Si una leyenda musical del siglo XX quiere sacar un disco y quiere ir sobre seguro, acude al hombre de rastas y sombrero que abraza a Ron Wood en la foto. Efectivamente, Don Was es el productor favorito de las estrellas maduras.

Tras despuntar a los controles con hits como «Cosmic Thing» de B-52s y «Brick by Brick» de Iggy Pop, recibió la llamada de The Rolling Stones para encargarse de «Voodoo Lounge», iniciandose una relación que aún dura hoy en día. Was ha producido todos sus lanzamientos de los últimos 25 años.

Elton John, Ringo Starr, Bonnie Rait, Bob Seger, Roy Orbison, Willie Nelson, Waylon Jennings, Glenn Frey, Jackson Browne, Bob Dylan, Brian Wilson, Joe Cocker, Kris Kristofferson, Neil Diamond, Johnny Hallyday, Greg Allman, Lucinda Williams, Van Morrisson … todos ellos, en el otoño de sus carreras, han requerido los servicios de Don Was.

De vez en cuando Was también trabaja con la «juventud». Discos tan majos como «Lions» de The Black Crowes, «Stone Temple Pilots» de ídem o «1 Hopeful Rd.» de Vintage Trouble también llevan su huella. 

Don con la Morsa

Michael Wagener

Enfundado en camiseta negra de Harley Davidson, ahí tenemos a Michael Wagener junto a Rachel Bolan y Snake Sabo de Skid Row y un tío al que no conzco.

El sonrosado teutón es uno de los grandes productores del hard & heavy 80’s. «Restless & Wild» de Accept, «Breaking the Chains» y «Under Lock and Key» de Dokken, «Soldiers Under Command» de Stryper, «Constrictor» y «Raise Your Fist N’ Yell» de Alice Cooper, «Pride» y «Big Game» de White Lion, «Skid Row» y «Slave to the Grind» de Skid Row, «Pornograffitti» de Extreme, «Ozzmosis» de Ozzy, «Dog Eat Dog» de Warrant … su listado de clásicos tira de espaldas.

Si el grunge aniquiló esas bandas, sus técnicos no fueron inmunes a la hecatombe. Al finalizar esa era terminaron sus grandes producciones, pero Wagener sigue en el juego, trabajando con series B como Lordi o echando un cable a quien lo necesite. Sin ir más lejos, los EP’s de combos noveles tan interesantes como Temp o Station llevaron su sello.

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