Ricky Warwick -«When Life Was Hard and Fast»

Seguramente «When Life Was Hard And Fast» sea el disco más comentado y debatido en el grupo de whatsapp del staff en lo que llevamos de año, así que creo que era ilógico que nuestro estusiasmo se estuviera quedando únicamente de puertas para adentro.

Por otra parte, no soy el mayor fan de la carrera de Ricky entre los colaboradores que dan forma a esta web -Le Punko es el hombre, algunos recordaréis ese tremendo post consagrado a al carrera de The Almighty … aunque cierto es que OscarFS no le queda a la zaga-, pero precisamente eso me dota de una objetividad que da más validez a mi juicio. Si te digo que «When Life Was Hard And Fast» es cojonudo, es que lo es.

Si las fuentes no me fallan, este es el sexto álbum en solitario del ex-exposo de Vanessa Warwick. Y si las cinco entregas anteriores se movieron en un plano underground, como si de un entretenimiento entre disco/gira de Thin Lizzy/Black Star Riders (su verdadero empleo) se tratara, en esta ocasión Ricky va en serio.

Ricky Warwick

Para empezar, cuenta con el respaldo de toda una Nuclear Blast. Hace 30 años el disco hubiese salido con Warner, Atlantic, EMI o similares, pero hoy en día, teniendo en cuenta la descomposición de la industria en general y de las multinacionales en particular -y el nulo interés de estas últimas en nuestra música-, formar parte de una escudería como Earache, SPV, Napalm o la citada Nuclear Blast es toda una garantía de repercusión y visibilidad. Este acuerdo con la discográfica alemana ha sido un win-win en toda regla.

La banda. Un disco en solitario suele estar nutrido de músicos de sesión o pseudoanónimos o, directamente, con ayuda de la tecnología, se trata de trabajos a lo «one man band». «When Life Was Hard And Fast» es una coalición entre el cantante norirlandés y ese titán llamado Keith Nelson, guitarrista y colíder fugado de Buckcherry. Ambos componen el grueso del disco a pachas y el resultado se ve beneficiado por las cualidades de ambos. Otro win-win de escándalo.

Para completar la formación, Warwick se ha traído a Robbie Crane como bajista -clásico mercenario de la escena hard rock, curtido en Ratt, Adler’s Appetite, Vince Neil Band, Lynch Mob y actualmente en Black Star Riders-, mientras que Nelson ha convocado a Xavier Muriel a las baquetas -otro disidente de Buckcherry-. Sería bonito que este line-up sea el que gire cuando termine el caos pandémico.

Ricky Warwick & Keith Nelson

Que Phil Lynnot es la gran influencia de nuestro hombre es algo evidente. Él no se esconde y los temas que abren el álbum, la canción homónima y «You Don’t Love Me», con su personalidad propia, con el inconfudible músculo aportado por Keith Nelson, abrasivas ambas, son deudoras del sonido Thin Lizzy. En la primera colabora Joe Elliot de Def Leppard en los coros, mientras que en la segunda Luke Morley de Thunder se encarga del solo.

«I’d Rather Be The Hit», de infecciosa melodía y solo a cargo de Andy Taylor de Duran Duran, seguramente sea ser mi favorita de la colección, con un estribillo que bien podría llevar la rúbrica de Ginger Wildheart. «Gunslinger», versión de Mink DeVille, es otro de los puntos álgidos del LP. Ese aire a los Aerosmith más broncos y tóxicos le sienta de maravilla. Por cierto, esta «Gunslinger» le da mil patadas a las covers incluidas en el bonus disc que incluye la edición deluxe del álbum. Si te compras la versión simple de «When Life Was Hard And Fast» tampoco te pierdes nada.

Mink DeVille, con Willy en el centro

«Never Corner a Rat» y «Time Dont’ Seem to Matter» forman el ecuador del disco. Mientras que la primera es adrinalina pura y me encajaría con los Backyard Babies pre-castración, la segunda es una acústica e introspectiva tonada cantada al alimón entre Ricky y su hija Pepper. Si la llegan a dejar fuera de la colección no hubiese pasado nada.

«Fighting Heart», de nuevo bajo la estela Lizzy, sirve para recuperar pulsaciones, mientras que «I Don’t Feel At Home» es un bello medio tiempo marca de la casa Nelson que tanto hubiese servido para Warwick como para Buckcherry o Blackberry Smoke, para quienes Nelson compuso hasta 4 temas para su «Find a Light».

El fuego hard rockero de «Still Alive» -yo, con mi manía de encontrar símiles, la podría encuadrar dentro los mejores discos de D.A.D-, la prescindible cancioncilla lo-fi «Clown of Misery» y ese aceleradísimo himno, todos puño en alto, llamado «You’re My Rock N’ Roll» dan cierre un discazo como la copa de un pino. Y todo ello en menos de 40 minutos, como los viejas obras maestras de Van Halen.

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