Russell Simmons: los escándalos sexuales del Padrino del Rap

Si eres un habitual de esta web y, además de mirar las fotos de tías en pelotas, te lees los textos que nos curramos, te sonará el nombre de Russell Simmons.

Nombre propio en el documental «Beastie Boys Story«, estamos hablando del fundador de Def Jam junto con Rick Rubin. La visión de negocios de ese hombre fue clave para transformar lo que se cocía en pequeñas fiestas clandestinas del Bronx en un uno de los movimientos culturales más importantes -y lucrativos- del S.XX. El auténtico padrino del Rap.

Sin embargo, los miembros supervivientes de Beastie Boys, más allá del reconocimiento de su figura como emprendedor, no tiran demasiadas flores a Simmons en el documental. Al contrario, le lanzan un dardo bastante venenoso acusándo a Def Jam de quedarse con toda la pasta generada por «Licensed to Ill».

No era la primera vez que señalaban a Simmons por este motivo.

Beastie Boys, Rick Rubin & Russell Simmons

El caso Oran «Juice»

Oran «Juice» Jones, artista de la escudería Def Jam, obtuvo un notable éxito con «The Rain«, hit de 1986 que escaló hasta el #9 de la lista Billboard y que le granjeó dos nominaciones a los Grammy. Jones firmó un acuerdo con Simmons que estipulaba que al primero le corresponderían el 15% de todos los futuros royalties generados por la canción.

En 2018, pasados 32 años, al bueno de «Juice», tras descubrir que «The Rain» aparecía en una peli de Will Smith sin su consentimiento, se le hincharon las pelotas e hizo público que durante todo ese periodo no había visto ni un centavo en concepto de royalties.

Mucha clase!

Sintiéndose aludido, Simmons se vio forzado a emitir una nota admitiendo el acuerdo y lamentando el error. «Por favor, corrijan esta situación inmediatamente e implementen los ajustes y correcciones pertinentes en favor del Sr. Jones«. Si logró que cargaran los intereses, Oran se debió llevar un buen pico.

Super Rich Simmons

Y es que Simmons no estaba con ganas de litigar. Tenía otros quebraderos de cabeza mucho más importantes. A finales de 2017 una virulenta tormenta de mierda, con forma de numerosas acusaciones de violación y acoso sexual, le había salpicado de pleno.

Todos conocéis el caso Harvey Weinstein. Sacudió los cimientos de la industria del entretenimiento y tuvo una repercusión mundial, logrando una amplia cobertura informativa incluso en nuestros telediarios.

El escándalo Simmons, aunque no obtuvo el mismo eco internacional, en USA tuvo un impacto tremendo. Especialmente entre la comunidad negra. Russell Simmons lo había logrado. Era el hermano que, saliendo del agujero del ghetto, había cumplido el sueño americano. El ejemplo a seguir.

Además de su faceta como capo de la música negra, Simmons también era un exitoso empresario del sector de la moda (Phat Farm, la marca favorita de Carlton Banks) y un generador de best-sellers literarios con sus libros sobre como triunfar en los negocios, el veganismo o la meditación. En 2011 su fortuna ascendía a 340 millones de dólares.

El caso Drew Dixon

Si Drew Dixon tardó dos décadas en denunciar las agresiones sexuales que le infringió Russell Simmons fue en gran parte por eso. Iba a destruir la reputación de un símbolo de la América negra, con todas las implicaciones que eso conllevaría. Pero no adelantemos acontecimientos.

La protagonista del documental «On the Record«, estrenado hace unas semanas en la nueva plataforma HBO Max, vio cumplido su sueño cuando, con veintipocos añitos, entró a trabajar en 1992 en Def Jam.

Apasionada de la cultura del hip-hop, conseguir ese empleo como A&R en la meca del rap era lo máximo para ella. Guapa, cultivada y de buena familia -su madre era alcaldesa de Washington-, de entrada generó recelos entre sus compañeros, llegada a ser catalogada como «otra zorrita alta y delgada de las que le ponen a Russell«.

Simmons y Dixon en las oficinas de Def Jam

Sin embargo, Dixon pronto demostró su olfato al generar exitazos con Method Man, Redman o Mary J. Blidge -artistas que no te sonaran, pero que fueron importantes en el rap 90’s-, lo que llamó la atención del jefe supremo.

Encaprichado, Simmons pronto se desató: de intentos de besos furtivos en restaurantes pasó a sacadas de pene en su despacho, culminando con una violación consumada en el apartamento de Simmons, cuando éste insistió en que Drew subiera para escuchar un CD con unos temas que pronto lo iban a petar.

Tras varias negativas, la mujer cedió al pressing y accedió a entrar en los aposentos del magnate para dar una rápida escucha al CD de marras. Drew se puso a trastear con el HI-FI y, en cuanto se giró, Simmons ya estaba en pelotas y con el condón puesto. La lanzó a la cama y a partir de ahí, tras entrar en shock, su memoria se desvanece.

Su siguiente recuerdo es estar desnuda en la bañera con el tiparraco y, acto seguido, salir por patas del apartamento.

A la mañana siguiente, en la oficina, Simmons estaba de buen rollito y, sonriente, le espetó un «ahora somos amiguitos, ¿verdad?«. Drew Dixon dimitió de todos sus cargos y abandonó Def Jam. Sin denunciar ni explicar a nadie lo sucedido. Se lo guardó para ella.

Drew Dixon: «Asssssco de tío»

¿Por qué? Por una parte, estaba el habitual «nadie va a creerme», por supuesto. Además, Dixon, amante del legado Def Jam, de lo que significaba para el hip-hop, tenía miedo de que, por su culpa, todo se pudiera ir a la mierda.

Pero había otro motivo demoledor, el de más peso: la raza.

El tabú de las agresiones sexuales entre la comunidad afroamericana

La comunidad afroamericana de USA arrastra el trauma de la esclavitud y del racismo. Por años que pasen, las heridas siguen abiertas. Black Lives Matter y George Floyd. Os suenan de algo, ¿verdad?

Tras tantas décadas de injusticias y humillaciones por parte del hombre blanco, la sociedad negra ha desarrollado un potente sentimiento de autoprotección. Un negro no puede denunciar a otro negro ante las autoridades blancas. La mierda se lava en casa. Y más si se trata de asuntos sexuales.

Negro bruto, malvado, de incontinente lascivia, viola a la inocente hija del granjero, con el consiguiente linchamiento y/o ahorcamiento. ¿Qué quieres, revivir el estereotipo, guarra? ¿Qué los blancos piensen que nuestros hombres no tienen remedio? ¿No ves como les maltrata la poli?

Por increíble que parezca, las mujeres negras son las más intransigentes con el tema. Seguro que lo provocaste. Ya sabías a lo que ibas.

En 1991 Desiree Washington fue violada por Mike Tyson. Aunque finalmente Tyson pasaría 3 años en la sombra por su agresión, Washington sufrió un calvario durante todo el proceso judicial y fue vilipendiada por los suyos, acusada de mentirosa.

La víctima tratada de zorra hijadeputa. Para un hermano que triunfa, vas y le jodes la vida. Así estaban las cosas y Drew Dixon no quería pasar por lo mismo.

Desiree Washington vs. Mike Tyson

Drew optó por el silencio y trató de olvidar ese episodio. Pronto logro un empleo como responsable de A&R en Arista Records, donde trabajó codo con codo con su presidente, Clide Davis (leyenda que proporcionó el primer contrato a estrellas del calibre como Janis Joplin, Santana, Bruce Springsteen, Aerosmith o Whitney Houston).

Exitazos como «The Miseducation of Lauryn Hill» de Lauren Hill o «Supernatural» de Santana fueron fruto de esa colaboración.

Sin embargo, a principios de siglo Clide Davis abandonaba el cargo y en su lugar entraba L.A. Reid, tipo con una gran reputación en la música negra. A los pocos meses, Drew Dixon recibía un mensaje de Reid: «Esta noche nos reunimos en mi apartamento«. Escarmentada, Dixon mandó a la mierda a Reid.

Rihanna & L.A Reid

Según ella, a partir de ese momento se convirtió en una apestada en Arista. Todo lo que proponía, se denegaba. Descubrió a John Legend o Kanye West cuando no eran nadie, pero Reid los rechazó. Tuvieron que largarse a vender millones de copias a otra discográfica.

Asqueada, Dixon abandonó su carrera en la industria musical y retomó sus estudios. Se licenció en Harvard, se casó y tuvo dos hijos. Era una mujer feliz que había pasado página.

El caso Keri Claussen

Pero el 19 de noviembre de 2017 saltaba la noticia: la ex-top model Keri Claussen acusaba a Russell Simmons, de un asalto sexual perpretado en 1991 en compañía del director Brett Ranner -un tipo cuya interminable lista de tropelías merece su propio post-.

Keri Claussen speaks

Con 17 años, tras cenar con el dúo en un restaurante, la liaron para terminar la velada en el apartamento de Simmons con la excusa de ver un nuevo videoclip que había dirigido Ranner. Una vez allí, Simmons le empezó a meter mano en el sofá y la obligó chupársela. Todo ello con el beneplácito de Ranner, que observaba la escena encantado.

Una ver terminada la felación, Claussen decidió darse una ducha. Simmons quería más, accedió al bañó y la penetró sin su consentimiento.

El 22 de noviembre, Hollywood Reporter publicaba una carta de Russell Simmons dónde éste -pese a reconocerse un playboy cuya actitud con el otro sexo no siempre fue la mejor- declaraba que todo contacto sexual con Claussen había sido consentido.

Claussen contraatacó declarando que Simmons le había pedido perdón en privado en diversas ocasiones, admitiendo que su conducta no fue la apropiada.

Russell Simmons & Brett Ranner

En su carta, Simmons remarcaba que «Nunca he cometido ningún acto agresivo o violento en mi vida. Nunca, conscientemente, heriría o atemorizaría a nadie».

El caso Jenny Lumet

Ofendida por esta afirmación, la guionista Jenny Lumet -hija del gran director Sidney Lumet- decidió contar su experiencia en un escrito titulado «Russell Simmons me violó sexualmente» que fue publicado por Hollywood Reporter el 30 de ese mismo noviembre.

Lumet y Simmons eran conocidos desde mediados de los 80’s. Tenían amigos en común y solían coincidir en todo tipo de saraos. Jenny tenía a Russell por un tipo encantador, así que cuando una noche de 1991 el pez gordo se ofreció a llevar a la chica a casa, ella no temió nada.

Nunca habían estado a solas, pero Russell era de fiar.

La cosa se empezó a torcer cuando Simmons indicó al chofer que la limousina se dirigiera a su propio apartamento. Lumet creyó que se trataba de un error e indicó su domicilio. Automáticamente, Simmons dijo un «no, he dicho a mi apartamento«.

Jenny Lumet refrescando memorias

De repente, Lumet tenía ante sí a un desconocido. El Simmons afable que conocía desde hacía un lustro se había convertido en un extraño amenazante. Acojonada ante lo que pudiera pasar, paralizada por el miedo, ella se dejó follar.

Durante el coito, Simmons tuvo momentos en que no trempaba bien y se puso de muy mala leche. Lumet temía que lo pagara con ella.

No le pegó, no le hizo daño físico, no utilizó la violencia verbal, pero Simmons intimidó a Jenny Lumet y se la folló en contra de su voluntad.

Acorralado ante la publicación de esta misiva, Simmons emitió un nuevo comunicado: admitía lo sucedido, pero en su cabeza todo había ocurrido de forma diferente. Aquella había sido una noche de sexo totalmente consentido. No obstante, comprendía que Lumet hubiese sentido temor.

Lo suyo nunca había sido violencia, sino «insensibilidad».

Russell Simmons dimitía de los cargos de responsabilidad en sus empresas y, en busca del crecimiento personal y espiritual que limpiara sus errores del pasado, anunció que a partir de aquel momento centraba su vida en la práctica del yoga. De propina, HBO canceló los shows de comedia que llevaban su nombre.

Ohmmmmmm

Investigación de The Los Angeles Times y The New York Post: la estocada definitiva

Drew Dixon, al conocer estas acusaciones y comprobar que el suyo no había sido un caso aislado, que Russell Simmons había sido un hijo de puta con otras mujeres, empezó a replantearse su silencio.

Paralelamente, The New York Times decidió iniciar una investigación sobre el pasado oscuro de Simmons y contactó con Dixon y otras mujeres que sufrieron los abusos del magnate. Tras no pocas dudas -inicialmente se sintió abrumada por la repercusión que podía tener su confesión- nuestra protagonista accedió a contar su historia.

13 de diciembre. Simultáneamente, The Los Angeles Times y The New York Post destapan, respectivamente, 5 y 4 nuevos casos de abusos y violaciones perpretadas por nuestro depredador. Uno de ellos era el de Drew Dixon.

La reacción de Simmons fue publicar la siguiente nota en sus RRSS:

Russell Simmons nunca había tenido un encuentro sexual no consentido ni ilegal. Pero semanas después cambiaba de domicilio. Concretamente, se mudaba a Bali, donde reside desde principios de 2018. Que Indonesia no tenga acuerdo de extradición con USA debe ser casualidad.

A pesar de todas las acusaciones, la justicia norteamericana no ha movido ni un dedo. Hasta la fecha, no se ha iniciado ningún proceso judicial contra Russell Simmons.

Incluso desde su refugio balinés, como cantaría Peret, Russell Simmons es poderoso, Russell Simmons tiene poder.

El caso Oprah Winfrey

Un ejemplo de como Russell Simmons sigue manejando los hilos:

Todo esto que os he contado vendría a ser un resumen del citado documental «On The Record». Oprah Winfrey, muy sensibilizada con el tema #MeToo, se erigió como productora del proyecto desde su inicio.

Bien, Winfrey, tras visionar el resultado, se bajó del barco a última hora, dejando tirados a sus responsables justo antes de su estreno en Sundance, con el consiguiente ridículo. Argumentó «diferencias creativas».

De rebote, el acuerdo con Apple TV estaba roto. Si HBO Max no hubiese acudido al rescate, probablemente «On the Record» hubiese quedado en un cajón y este post no existiría.

Amigos para siempre

Previamente, Simmons, amigo personal de Winfrey, había acribillado a la estrella televisiva con llamadas y mensajes -tanto privados como públicos a través de RRSS- que eran puro chantaje emocional.

50 Cent, el astro del rap, 25 millones de seguidores en Instagram, inició una campaña por las redes acusando a Winfrey de perseguir únicamente a los hermanos mientras protege a los criminales sexuales blancos. Si lees los comentarios de los seguidores de 50 Cent, da miedo.

«Diferencias creativas», claro.

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