Southern Tales – From Lousiana to Texas

T for Texas! Dejábamos atrás, no sin un último sobresalto, la melancólica Lousiana para adentrarnos en el estado de la Estrella Solitaria. A medio camino entre el Lejano Oeste y el Sur Profundo, esto es lo que dio de sí la prima jornada texana:

Miércoles 30 de julio de 2008 – Lafayette-Dallas-Fort Worth-Austin

Tras huir precipitadamente del motel de los yonkies y las cucarachas (como recuerdo, aún conservo la marca de una picada de insecto en el pie) y pernoctar sanos y salvos en el EconoLodge de turno, la nueva jornada se presentaba intensa. Un poco más de 1.000 km hasta llegar a Austin, la capital mundial de la música en directo (así la publicitaban por Internet). Si pisábamos a fondo, teníamos nuestra primera parada, Dallas, a 4 horas. Así que let’s go!

Herida de la guerra contra las cucas de Lafayette

En USA son increiblemente respetuosos con los límites de velocidad. Si la señal marca 60 millas/hora, van a 60 y punto. Te sientes el rey de la autopista cuando te sitúas en el carril de la izquierda, vas a 10 m/h por encima del límite y adelantas a las demás tortugas. Por supuesto, la policia de carreteras de Lousiana pronto se encargó de bajarnos los humos. Salen de no-se-sabe-dónde, se colocan detrás de tu auto con su festival de lucecitas, te hacen parar y mano en cartuchera se acercan a la ventanilla del conductor. Todo un clásico. Y con todas las leyendas urbanas que uno oye sobre la poli americana, temblando de miedo. A ver si el viaje se iría al traste…


Con el talonario en la mano y cara de poquísimos amigos, el joven agente hizo bajar a nuestro conductor de turno, Barbe, para que cogiese su permiso de conducir, ya que lo tenía en el maletero. Como el nivel de inglés de Barbe, siendo benevolentes, digamos que era limitadillo, un tembloroso servidor tenía que ir haciendo de interprete desde el interior del coche. Al ver el permiso de conducir internacional, el tozudo agente exigía repetidamente el carnet de Lousiana

«Oiga señor, que somos turistas de España, que no vivimos en Lousiana«. Lo que le costó entenderlo! Agobiado al ver todo el papeleo que le venía encima, y no sin antes comprovar que los bultos de los bolsillos del chandal de Barbe no eran sinó kleneex usados, todo se saldó con un «Take care and slow down boys!». Estuve tentado de hacer una foto al prototípico poli, con sus clásicas Ray-Ban y todo, pero no tuve lo que hay que tener…

Skyline de Dallas

«Dallas». Quien no ha disfrutado con las travesuras de J.R. Ewing! Echar un vistazo al opulento downtown que popularizó la mítica serie (el rancho de Southfork era inviable) y visitar el escenario del crimen de JFK eran los objetivos básicos. Es curioso ver como hasta los propios habitantes de la ciudad se toman a cachondeo la versión oficial del asesinato (Lee Harvey Oswald desde el balcón y tal)In-situ, efectivamente, te das cuenta de que las cosas no cuadran. Después de analizar todos los rincones del páramo y fantasear un rato con las teorías de la conspiración, teníamos hambre. Hambre de vaca. Y que mejor lugar para un carnívoro que Fort Worth, los establos de América!!!

Según la CIA, desde una de las ventanas de este edificio disparó Oswald. A la izquierda, 3 de los pirados lo ponen en duda. En el asfalto, marcado con una X, el punto exacto del asesinato.

Fort Worth, a media horita de Dallas, fue durante décadas el centro neurálgico del comercio de ganado texano. Todo un distrito, los Stockyards, estaba consagrado al mercado vacuno. Hoy en día, lógicamente, la mayor parte de la actividad mercantil ganadera se ha trasladado a las afueras de ciudad y los Stockyards se han reconvertido en una bonita atracción turística. Paseos de ganado por las calles, rodeos, establos, tiendas de complementos western y unos cuantos restaurantes con unos texan steak impresionantes. El paraíso del aprendiz de cowboy.

Con la barriga llena y ya luciendo mi a partir de entonces inseparable sombrero vaquero, no podía faltar la visita al saloon más grande del mundo, el Billy Bob’s Texas! Con capacidad para más de 6.000 personas, te pierdes dentro. Tiene dos salas de conciertos (allí han actuado desde tipos de la talla de ZZ TopCheap TrickShooter Jennings o Grand Funk hasta todos los grandes del country), casino, restaurantes…y hasta un rodeo tamaño real! Como curiosidad, cuentan que su record de cervezas servidas durante un concierto es de 16.000 durante un show de Hank Williams Jr y que un día Merle Haggard pagó una ronda a todo el bar, estableciendo un nuevo record mundial de copas pagadas!

Las huellas de Cheap Trick en el hall of fame de Billy Bob’s Texas

Con el regusto amargo de no poder asistir a uno de sus rodeos (suelen ser en fin de semana), nos despedimos de Fort Worth y pusimos rumbo Sur. Austin y su mítico ambiente nocturno aguardaban.

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