Southern Tales – Texas 2

Finalizo mis crónicas sureñas con la última etapa texana. A partir de aquí, salvo los puntuales episodios de Las Vegas y Amoeba Records en LA, ya no hay constancia escrita del resto de la epopeya. En su momento me dio palo proseguir rememorando el resto del viaje.

New México-Arizona-Colorado-Nevada-California … debería hacer un esfuerzo y teclear mis recuerdos sobre esos días antes de que el paso del tiempo los difumine todavía más. 13 años después, me lo he pasado tan bien releyendo estos textos sureños que seguramente me anime. El Sammy de 2034 me lo agradecerá.

Viernes 01 de Agosto de 2008 – Fort Davis-Big Bends/Río Grande-El Paso

Tras una semana de viaje, las 3 camisetas, 2 pantalones y 4 calzoncillos ya no daban para más. Así que la primera misión matutina en Fort DavisTexas era encontrar una lavandería. Una vez localizada una, todos en paños menores mientras la ropa se lavaba. Nos extrañó la mirada atónita de unas señoras, ya que en las películas siempre se hace así! El gran objetivo del día era llegar (que no «nadar en», para evitar confusiones con las border patrols) a las aguas del mítico Río Grande, kilométrica frontera natural entre USA y México, en su paso por un desolado parque nacional, los Big Bends.

Mi hermosa lavandería

Sólo arrancar el coche, las carreteras texanas nos gastaron una nueva bromita. Otro clavo en una rueda!!! (el día anterior en Austin ya sufrimos el mismo tipo de pinchazo). Suerte que en Fort Davis, como en la mayoría de pueblos del suroeste de Texas, no tendrán supermercados, careceran de cajeros automáticos y la cobertura de móvil es una utopía… pero el taller mecánico que no falte!
Superado el susto, nos dirigimos al Fort Davis original, emplazamiento militar de finales del siglo XIX conservado a la perfección. Muy parecido al fuerte de Playmobil que teníais de pequeños. Paseando por sus barracones nos topamos con un tipo disfrazado de soldado de época, cuya función era prestarte diferentes rifles de época y de paso convencerte de las bondades de la tenencia de armas en el hogar.

Me, my friends and my gun

Tras tener en nuestras manos varios Colt y Winchester, y escuchar la simpática, lógica y coherente argumentación sobre la necesidad de poseer armas en USA (a la clásica «si entra un ladrón en casa, debo proteger a mi familia», se le sumaban razones com «así disuadimos las tentaciones de un golpe de estado, nunca podrían vencer a un pueblo armado»), el cuerpo nos pedía una afiliación compulsiva a la Asociación Nacional del Rifle!!! Para evitar tentaciones diabólicas, pronto nos encaminamos a los Big Bends, territorio de «espaldas mojadas», y nos despedimos de la civilización durante unas cuantas horas.

Atravesar a nado Rio Grande es la menor de las dificultades que deben afrontar los pobres mexicanos que se aventuran a entrar ilegalmente a los States por esta zona. Al fin y al cabo no es más que un tranquilo río de unos 10 metros de amplitud. El problema reside en que en 200 km a la redonda no hay NADA.

Rio Grande dividiendo USA y México

La única carreterita existente está fuertemente controlada por la guardia fronteriza, por lo que la travesía a pie de la zona debe ser una odisea mortal. No me gustaría estar en su piel. Y es que si bien desde tu descapotable quedas noqueado por la majestuosidad del entorno, la sensación de soledad y desamparo es incuestionable (el hecho de ver unos buitres devorando el cadaver de un animalejo en medio de la carretera no levanta la moral precisamente!).

Definitivamente no es buen lugar para vivir. Bien, no todos opinan lo mismo. Por increible que parezca, en medio de la nada, se levanta Terlingua, poblado formado por un diseminado conjunto de barracas de chapa y rulottes oxidadas, habitadas por hippies nostálgicos y amantes de la ufología. Un recuerdo para la amable ciudadana británica que nos permitió refrescarnos en su «bar» (basicamente era la cocina de su casa!). En la habitación contigua había montado una especie de colmado con productos biológicos. No sé que tal debe andar de clientela! jejeje.

Barbe presenta sus respesto

Tras visitar el cementerio más auténtico de los EEUU y tomarnos unas cervezas en las orillas de Río Grande, era el momento de volver a la civilización. Nuestro colega Frankie, anfitrión en la primera noche en Miami, nos esperaba en el aeropuerto de El Paso. Antes de llegar a la horrorosa ciudad fronteriza, nos aguardaba una de las anécdotas definitivas del viaje: A escasos kilometros de metrópolis texana paramos en una estación de servicio para un breve repostaje. Cuando ya nos disponíamos a entrar en el coche, una de las cajeras salió disparada hacia nosotros y nos hizo la pregunta mágica: «¿Are you a rock n’ roll band?» (algo que no acabo de entender dado lo lamentable de nuestras pintas!).

The Hot Dogs!!!


Faltos de picardía, tal como ocurrió el día anterior en Luling, la negación fue automática. Pero la chica nos sorprendió: «Mirad, mi compañera, la de allí dentro, está convencida de que sois rock stars, por favor haceros una foto con ella y firmadle un autógrafo, le hará mucha ilusión». Y como a caballeros no nos gana nadie, Kaballo Loko Barberán y un servidor nos dirigimos raudos a complacer a la orondísima dama. Tras un par de fotos y un autógrafo que rezaba «Love and kisses from The Hot Dogs. See you in the next concert!», nuestros 2 minutos de fama y gloria finalizaban. Pero que bien supieron, tíos!!!

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