The Runaways: entre el azar y el Rock’n’Roll

Hola, buenas, bienvenid@ a un nuevo artículo de Metaln3rd. Tú, sí, tú, el del fondo (el feo, vaya): guarda los apuntes de inglés de una puta vez, o leave the hall. Un poco de respeto, que esto va de damas, MF.

Llegados a este punto de este especial «Girls got rhythm», con tantas ilustres bandas de mujeres que han desfilado por tu pantalla, mis posibles elecciones eran casi infinitas (bueno, no tanto), siendo mis predilectas The Donnas, Girlschool y The Runaways.

¿Por qué me he decantado por las últimas, cuando en realidad son mis menos preferidas? ¿Qué razón abyecta me ha llevado a ello?

Fama y hormonas, amig@, fama y hormonas.

Dos sucesos elementales que, por separado, pueden desembocar en un comportamiento estúpido, pero que cuando se presentan a la vez, en perfecta intersección, desencadenan la fatalidad, el caos más absoluto (como así les fue, a las pobres, que acabaron como el Rosario de la Aurora).

La cosa hoy va de probabilidad, así que no seas random y lee con atención.


Trato a diario con adolescentes, y la verdad es que la mayoría no se hacen de querer (no, no soy injusto, cuando yo tenía su edad también pensaba igual).

No soporto sus gritos, su pereza, sus egos desbocados ni sus confusas llamadas de atención. Tanta attention whore puede conmigo, me carcome por dentro.

Lo más jodido del asunto es que todo este landslide de desajuste neuronal tiene lugar desde el anonimato, siendo unos putos mindundis, unos donnadies a los que (como mucho) sólo hacen caso en Instagram.

Acojona imaginárselos convertidos en el centro de atención gracias a, qué sé yo, la fama. Peor aún, imagínalos siendo rockstars -pero rockstars de verdad, no de fiesta de final de curso-.

Estrellitas de tres al cuarto caprichosas, egoístas, con estados de ánimo impredecibles … Bombas hormonales on two legs, en definitiva.

No he leído las autobiografías de Cherie Currie, Lita Ford u otra Runaway que haya publicado SU historia, pero estoy seguro que lo que nos pudiese contar cualquier road manager que las tuviese a su cargo (sobretodo a partir de su segundo disco, «Queen of Noise», que es cuando lo petaron) superaría con creces todo el drama, la violencia y la locura que ellas mismas puedan relatarnos.

Lo superaría en mucho, seguro. Kim Fowley se volvió incluso más majarón después de tratar con ellas, estoy convencido.


Y es que, partiendo de mi vivencia docente, prefiero la compañía de cinco teenagers conflictivos sin vagina, que de cinco teenagers conflictivas con ella.

El grado de hijoputez es más o menos el mismo, pero el nivel de total insanity se lo adjudico al sexo (históricamente denominado) débil.

A toda esta locura femenina-adolescente sumémosle otro factor de riesgo: hacen su aparición tampones, compresas con alas y esponjas intra-vaginales. Llegó la menstruación, amig@s, y con ella los niveles de estrógenos alcanzan la masa crítica.


Me imagino al pobre road manager preguntándose, cada mañana, cuál de las cinco Runaways se ha despertado ensangrentada; si ese día que acaba de amanecer será otra jornada de marejadilla o si un tornado emocional lo mandará todo a tomar por culo al llegar la noche.

¿Qué probabilidad hay de que eso ocurra? ¿Cómo se puede cuantificar esta desazón vital? ¿Que Sandy West (batería) pareciese la hermana melliza de El Pirri tendría algo que ver?


Bien, con ese pensamiento en mente, y con toda la empatía de la que puedo hacer gala, voy a sacar de dudas al pobre hombre:

Considerando que la media de los ciclos menstruales y períodos de sangrado son de 28 y 4 días, respectivamente, la probabilidad de que una chica tenga la regla un día (un día cualquiera, tomado al azar) es 4/28 (simplificando, 1/7); y la probabilidad, por tanto, de que no la tenga es 6/7.

Vamos a suponer un escenario ideal: que ninguna de las cinco Runaways tenga la regla. La probabilidad de ese suceso se calcula multiplicando todas y cada una de las probabilidades individuales. Así:

P(ninguna tiene la regla)= 6/7·6/7·6/7·6/7·6/7= 7776/16807 = 0’4626

O, en tanto por ciento, 46’26 %.


El escenario contrario al propuesto sería aquél en el que una (o más) chica tiene el período. La probabilidad de este suceso opuesto sería, por tanto: 100 % – 46’26 %, lo que nos da 53’74 %.

Cada mañana el pobre road manager tiene, por lo tanto, un 53’74 % de posibilidades de enfrentarse a otra jornada infernal. Es decir, en una gira de 100 días, 54 serían una puta mierda.

No es una probabilidad demasiado alta, es cierto, pero sabiendo que no eres tan gilipollas como para jugar a la ruleta rusa (con un 16’66% de acabar en una bolsa de congelados), ¿tú hubieses triplicado el riesgo haciéndote cargo de Cherie, Lita, Joan, Sandy y Jackie? Yo lo tengo clarísimo: NO FUCKIN’ WAY!!!

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