The Struts ¡apestan!

No suelo ser partidario de los «hate-posts». Prefiero dedicar mi tiempo a recomendar una banda/serie/película que me ha gustado, y que creo puede gustar a nuestros lectores, y no a cargar contra cosas que me han decepcionado.

Si no hay nada bueno que decir, mejor callar. Por ejemplo, el gran lanzamiento veraniego de HBO, «Territorio Lovecraft», emitidos 3 capítulos, me parece un desastre, pero paso de realizar un análisis de sus múltiples defectos.

Sin embargo, con The Struts no puedo permanecer en silencio. ¿Por qué? Por un lado, en su momento, en los primeros compases de su carrera, les cogí bastante cariño y me convertí en «promotor» de la banda. Eran unos habituales en el viejo blog de SPD.

Aunque era innegable que abrazaban sin complejos el lado más comercial del RN’R, su debut contaba con un puñado de buenas canciones. Si a ello le sumamos su estética atractiva y el magnetismo y vozarrón de su frontman, Luke Spiller, la balanza se decantaba satisfactoriamente.

Sirvan estas «Kiss This», «Could Have Been Me», «Put Your Money On Me», todas ellas incluidas en su primer LP, y esta descomunal versión del «Royals» de Lorde como ejempo.

Joder, revisionando estos clips me reafirmo. Que grandes canciones. La he escuchado infinitas veces, pero ese «Royals» me sigue poniendo la gallina de piel. Estos tíos, con su coctelera que recogía buena parte del legado de la mejor música del Imperio Británico, prometían muchísimo.

Si nunca me hubiesen importado un rábano o, simplemente, no hubiese tenido constancia de su existencia hasta la edición de «Young & Dangerous», éste, su segundo LP no me hubiese resultado tan decepcionante. Uno no esperaba un ejercicio de homogeneidad rockera, pero tampoco una mierda comercial -en el peor sentido del concepto- de ese calibre. No me extenderé en descalificativos. Con remarcar que, enfocados al mercado no-rock USA, el principal single del disco fue una colaboración con Kesha, una diva pop de serie B, queda todo dicho.

Pero la gota que ha colmado el vaso y me ha llevado a escribir este «rant» ha sido la difusión de los dos singles de adelanto de su venidero tercer disco, «Strange Days», que se publicará este octubre.

En uno colaboran con Robbie Williams y en el otro con Albert Hammond Jr., el guitarrista de los Strokes. Sinceramente, no estoy seguro de cual es peor elección.

Robbie Williams, aunque la mayor parte de su carrera sea barro, al principio de su periplo fuera de Take That mostró algún que otro ramalazo rockero (ahí queda esa «Let Me Entertaint You«) y, que coño, su balada «Angels» siempre me pareció muy buena. Sin embargo, «Strange Days», la balada en la que acompaña a The Struts -y que abre el disco; sí, ¡abren el disco con una balada!-, no vale nada. Un pestiño.

Pero meter un tío de Strokes en tu disco, uf, casi me parece peor. De todos los músicos con los que puedes llegar a colaborar, ¿escoges a uno de de Strokes? Por supuesto, «Another Hit of Showmanship» es tan fofa y aséptica como se podía esperar.

Así son The Struts, puestos a colaborar con músicos externos, escogen a Kesha, Robbie Williams y a un tío de Strokes. Tampoco pido que convoquen a leyendas como Joe Perry o Brian May, pero un poco de dignidad rockera, por favor. Desde luego, The Struts no son de los nuestros.

Lo mismo me equivoco, pero la carrera de estos chavales apunta al clásico «demasiado comerciales para los rockeros, demasiado rockeros para el público kleenex».

Y mira, me sabe mal por su guitarrista. Es descarado que el bajista y el batería están en esto por la pasta y, sobretodo, por los chochos. Son jóvenes y se están poniendo las botas. Bien por ellos. Por otra parte, a Luke Spiller, su vocalista, le va todo, se le ve cómodo en cualquier terreno y, a su lado, Steven Tyler es un integrista hard-rockero. Sin embargo, me imagino a su pobre guitarrista tragando saliva y orgullo cada vez que Spiller o el management le comunican las nuevas directrices.

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