Warner E. Hodges Band – Barcelona 26-09-23 – Razzmatazz 3

Venía a comentar nuestro lector Pepinpardo en el post de Electric Mary -animáos, garantizamos respuesta- que a Rusty y compañía no le debían salír los números en sus giras europeas.

Desconozco los entresijos económicos de estos tours, pero si los australianos, con sala casi llena, pierden pasta, mejor no pensar en el bolsillo de Warner E. Hodges, que dos días después sólo completaba un tercio del aforo.

Yo le fallé a Warner en su visita de 2022, así que, cargado de remordimientos, compré la entrada ipso facto en cuanto se pusieron a la venta. Le debía una.

El pistolero de Nashville, a raíz de sus innumerables paradas hispanas al lado de Dan Baird -ya sea con los Homemade Sin o con The Bluefields-, se ha convertido con los años en un tipo muy querido por unos cuantos escribanos de SPD. Su entrega en el escenario y su bonhomía fuera de él le convierten en un tipo muy entrañable.

Nuestro hombre cuenta, sumando sus trabajos con Jason & The Scorchers y la «saga Baird», con una sólida carrera que ya le daría para completar un set-list de ensueño. En sus shows en solitario, para redondear, también suele atacar un puñado de versiones selectas. Y claro está, ahí queda la extensa discografía propia bajo el sello Warner E. Hodges Band.

En alguna parte leí que su show de 2022 había sufrido de un exceso de versiones. Esta vez no fue así, pues el material de la WEH Band, especialmente protagonista el incluido en los surcos de su todavía calentito «Soul Shaker», venció por mayoría absoluta. Nadie ha escuchado esos discos -yo le di un tiento horas antes a «Preachin’ the Gospel» (2015) mientras limpiaba el WC-, pero no importó.

Esos temas que iban desgranando, uno tras otro, eran tan cojonudos, que bien podrían haber formado la firma Ringenberg/Baird. La reacción del respetable, entusiasta, fue la misma con ese material que con perlas como «Mona Lee» de los Scorchers o «Two for Tuesday» de los Homemade Sin. Y si alguien me dice que alguna otra de la primera quincena de canciones pertenecía al catálogo de sus «jefes», me lo creeré, que mi expertise es limitado y todas sonaban igual (de bien).

A sus 64 tacos, Warner sigue desbordando energía -sólo tuvimos que esperar hasta el tercer corte para el primer volteo de guitarra 360 grados alrededor de su cuerpo- y los secuaces británicos que le acompañan no son nada mancos. El querubín con el que alterna lead & rhythms, Ben Marsden -a priori nada que ver con Bernie- es toda una bestia parda, mientras que el bajista Jason Knight anima el cotarro a base de entrega y caretos.

Y sí, no faltaron las versiones ajenas. Concentradas en los últimos 20 minutos -un poco feo eso de ir mirando el reloj, Warner-, cayeron las habituales revisiones de Cheap Trick, AC/DC, John Denver y Neil Young, aderezadas con la imperecedera «White Lies» de sus Scorchers.

Salir de la versión móvil