¿Cuando empecé a odiar a Backyard Babies?

La inclusión de la palabra «odiar» en el título es algo gratuito. Nunca he odiado a Backyard Babies. El título correcto sería «cuando empezaron a decepcionarme» o «cuando me desenamoré». Pero como OscarFS utilizó ese término para describir su divorcio con Guns N’ Roses, he decidido recoger el guante.

Yo nací en 1979, así que cuando «Appetite for Destruction» salió a la calle e impactó a millones de adolescentes, yo todavía estaba fuera de juego. La era «Illusions», ya con 12 años, sí que la viví a fondo. En el periodo 1991-1993 Guns N’ Roses lo fueron todo para mí. Y que esa banda estuviera constantemente en todos los medios me proporcionaba un placer infinito.

Sin embargo, siempre envidié esas voces que decían que los buenos tiempos de GN’R (que ellos sí que había vivido … como si ellos hubieran estado en los shows del Trobadour y el Roxy, vaya … pero eso ya es otra historia) habían quedado atrás justo con la edición de «Use Your Illusion I & II». No había sido contemporáneo de los mejores días de mi banda favorita, y eso me jodía.

Slash con 19 años live at The Trobadour

Backyard Babies se convirtieron en algo tan especial para mí precisamente por este motivo. Más allá de que su música, su imagen, su actitud, su TODO me flipara, por fin estaba viviendo en tiempo real la eclosión de una banda legendaria. Ante el vacio rockero de finales de los 90’s, ante un panorama dominado por sonidos electrónicos, electrónicos y nu-metaleros -el horror, vaya-, pintaba que esos 4 foragidos suecos ocuparían el trono vacio. Y yo iba a ser testigo.

Ahora mismo no recuerdo exactamente como les conocí. Apostaría a que fue primero a través de «Headbangers Ball» de la MTV, cuando Vanessa Warwick «pinchó» su clip de «Electric Suzy» perteneciente a su primerísima etapa 100% sleazy. Chocante ver a Dregen, Nicke y Johan con esas larguísimas melenas, acostumbrados a la imagen más glam-punk con que llegaron a la popularidad. Creo que aún guardo una cinta VHS con ese especial hard/glam/sleazy donde se emitió el clip.

Pero tampoco me extrañaría que ese especial lo pillara en alguna reemisión o fuera un refrito de programas anteriores y en realidad lo llegara a ver años después.

Tampoco descarto que mi primera toma de contacto fuera con esa «Let’s Go to Hell» incluida en el CD multibanda promocional que regalaban en un número de Kerrang! o Metal Hammer que compré a finales de siglo.

De lo que sí que estoy seguro es de cuando realmente llamaron mi atención. Fue tras leer la crítica de «Total 13» (1998) en Popular1. Fue disco del mes y la reseña de Joan Planes, a quien podéis leer actualmente en La Razón, me pareció tremenda. Terminaba con algo así como «de cuando yo era pequeño y Guns N’ Roses dominaban el mundo«. Tras las virtudes descritas previamente por Planes, un cierre así fue el estímulo definitivo para que un servidor -tan necesitado de unos nuevos GN’R- corriera a las tiendas en busca de ese artefacto.

«Total 13» me voló la cabeza al instante y, escuchado 23 años después, sigue manteniendo todo su poder intacto. Me cuesta creer que alguien que lea estas líneas no lo tenga en sus estanterías desde hace dos décadas, así que ya sabes de lo que hablo. Si eres la excepción que confirma la regla, si hasta hoy no conocías «Total 13», te envidio. Vas a descubrir un disco de RN’R perfecto.

Poco después de lanzar el álbum, Backyard Babies recalaban en Barcelona. Sí, el legendario concierto en Mephisto en el que estuvo -o eso dice- todo el mundo. Fue mi cuarto concierto, tras GN’R en el Estadi Olímpic (1993), RHCP gira «One Hot Minute» en el Palau d’Esports (1995) y Sugar Ray en Bikini (1998).

Poco te puedo contar, soy malo para recordar conciertos. Los pogos iniciales con «Made Me Madman», la hiperactividad de Dregen y sus paseos por encima de la barra de la sala y la versión de «Taxi Driver» de Hanoi Rocks, no guardo más estampas en mi cabeza. Lo que está fuera de duda es que sirvió para fidelizar mi relación con la banda.

Esa visita a España fue provechosa para la banda. Popular 1 convivió con ellos un par de días y les dedicó un reportaje guapísimo. Además, pasaron por los estudios televisivos de Radio 3 donde dieron un concierto que fue emitido por TVE2. Aún corre por casa una cinta VHS pirata que compré en alguna parte con ese show + extras variados.

Ese mismo 1998 lanzaban un EP denominado «Safety Pin & Leopard Skin», en su mayor parte tomas en directo + alguna rareza como esa versión del «Babylon» de Faster Pussycat, que fue petición expresa como regalo navideño. En la canción «Stars» adiviné una velada crítica a Axl con ese «I do like flowers, but I don’t like Mr. Rose», pero no era nada que no se pudiese perdonar.

Dregen & Tyla

Poco después Dregen se acercaría de nuevo a la Ciudad Condal en compañía de Tyla de Dogs d’Amour para dar un recital acústico en Mephisto. No conocía el 95% del material que interpretaron, pero recuerdo haber disfrutado a lo grande con el carisma y el buen hacer de ese par de gipsy rockers.

Algo ocurrió con Backyard Babies en los años 1999 y 2000. No me he documentado al respecto, pero no es normal que una banda tan joven y hambrienta tardara 3 años en publicar el sucesor del LP que les había convertido en la gran sensación del rock europeo. No es que mi pasión se enfriará, las ganas de escuchar el sucesor de «Total 13» eran enormes, pero la espera se hizo larga y las expectativas grandes. Demasiado.

Mi memoria me está jugando una mala pasada. Estoy convencido de que acudí al Reading Festival, celebrado en verano, sin haber escuchado antes «Making Enemies is Good», pero Internet dice que se publicó el 18 de abril de 2001, así que, aunque me extraña, debo estar equivocado.

En cualquier caso, fui a Reading -aprovechando que en esa época residía en Londres- y dormí una noche a la intemperie únicamente por volver a ver a Backyard Babies. En diciembre de 2000 habían actuado de nuevo en BCN como teloneros de AC/DC -concierto cojonudo a pesar de los inconvenientes que suele sufrir la banda que abre un evento masivo de esas características- y el cuerpo me pedía más.

Nick Oliveri live at Reading

También vi a Queens of the Stone Age -inolvidables los testículos de Nick Oliveri, quien actuó desnudo-, Fear Factory, System of a Down, Nebula o a The Cult, pero yo estaba allí por Backyard Babies. Y guardo muy buenos recuerdos de ese show. Seguramente mi última experiencia plenamente satisfactoria con Dregen, Nicke, Johan y Peder. Por cierto, si quieres leer más acerca de mi experiencia Reading, pincha aquí.

El Club Disney. El clip del primer single de «Making Enemies is Good», «Brand New Hate», se estrenó en exclusiva en el puto Club Disney de TVE! No te vacilo, estoy diciendo la verdad. ¿Qué hacía yo, con 22 años, viendo el Club Disney? Esa es una buena pregunta a la que hoy no daré respuesta.

En cualquier caso, estrenar el clip de una banda de hard/punk rock en un espacio infantil fue una decisión realmente curiosa por parte los mandamases de su compañía. Aunque tampoco iban tan desencaminados, pues lo que más me chocó de «Brand New Hate», a parte del infantiloide clip, fue su sonido de juguete.

«Brand New Hate» sonaba a punk prefabricado, lo último que hubiese esperado de una banda que para mí representaba el summum de la autenticidad. Escuchado mientras escribo estas líneas, «Making Enemies is Good» tampoco suena tan mal, pero la sensación de artificialidad en varios cortes sigue ahí. No renegué en su momento de este disco y tampoco lo hago ahora, tiene buenas canciones como «Star War», «The Clash», «My Demonic Side» o «Painkiller», pero está claro que algo se perdió por el camino.

Tras el casi mitológico show de Mephisto, Backyard Babies volvían a pisar un club de Barcelona a finales de 2001. Uno el doble de grande. Razzmatazz 2 ni más ni menos, lo que demuestra la popularidad que estaban alcanzado.

Si bien «Making Enemies is Good» estaba a millones de años luz de «Total 13», mi confianza en el directo de Backyard Babies seguía siendo ciega. El gran show en Reading meses atrás me hacía preveer que saldría contento de la sala mediana del complejo Razz. Lamentablemente, creo que fue a partir de ese concierto cuando empecé a «odiarles».

Han pasado 20 años, no recuerdo una mierda de esa actuación, pero sí recuerdo la sensación de decepción, la de haber visto a una banda fofa, desangelada y sin pegada. Sí, Dregen seguía siendo un torbellino, pero no era suficiente. El vacío a «Total 13» y la anemia de Nicke, algo que serían constantes en mis posteriores citas con ellos, eran un lastre determinante.

«Making Enemies is Good» days

El telonero esa noche fue un, hasta la fecha, desconocido Danko Jones y, sin duda, el entrañable Mango Kid se merendó a nuestros amigos suecos. Algo parecido sucedió por esas fechas con The Hellacopters, cuando en sus visitas de 2000 y 2002 fueron borrados del escenario por The Hives y The Datsuns, respectivamente.

Mientras que la espera de 3 años entre «Total 13» y «Making Enemies is Good» no enfrió mi pasión por BB, el nuevo trienio de hiato entre éste último y «Stockholm Syndrome» (2004) si que resintió mi vinculación, perdiendo el título de «mi banda nueva favorita» por el camino.

«Minus Celsius». El adelanto de «Stockholm Syndrome» selló nuestro divorcio. Aún tengo presente la sensación de disgusto cuando la escuché por primera vez ¿Qué era esa mierda tan endeble? ¿Qué coño le había pasado a mis antaño héroes? El impacto fue tan negativo que decidí no dar la oportunidad al resto del disco y no lo compré.

Y mira tú por donde, escuchados en 2021, ni «Minus Celsius» me parece mala canción ni «Stockholm Syndrome», sin ser un discazo, me parece un desastre de álbum, pero en 2004 no era lo que yo esperaba de Backyard Babies

A pesar de «Minus Celsius», Backyard Babies volvían a la ciudad y quise gastar un último cartucho con ellos. La cita fue en Apolo, con sus compatriotas Maryslim de teloneros. ¿Lo que he explicado antes de su show en Razz 2 de 2001? Multiplícalo x 2. Esa noche estarían mejor o peor, el set list sería más o menos acertado, ahí entramos dentro del terreno de la subjetividad, pero lo terriblemente inapelable, la cruda realidad, es que tras ese show tuve claro que Backyard Babies ya no eran para mí. Me la sudaban.

Meses después los volvería a ver como teloneros del inmenso concierto de Velvet Revolver en Razz y, aunque ya no los sentía como «míos», me entristeció ver en tan baja forma a Dregen y compañía.

De todo lo que vino después, no puedo opinar. Backyard Babies han seguido sacando discos y visitando España (nuestro compadre Sergio Crime hizo la crónica de su gira de despedida temporal de 2010 para el viejo blog), pero ya estaban fuera de mi camino.

En el fondo, la historia se repite. Yo, que descubrí a GN’R con «Use Your Illusion», odiaba a los enterados que los habían disfrutado en la etapa «Appetite» y que despreciaban su presente. Tú, que descubriste a Backyard Babies a partir de «Making Enemies», consideras que soy un imbécil y un snob que se ha perdido sus mejores años.

Salir de la versión móvil