Festival de Sitges 2023 – Round 2

Al final parece que no escogí tan mal. «Robot Dreams» -era de esperar viendo la cantidad de papeletas que iban cayendo en la ranura del 5 (sobre 5) al finalizar la proyección- se ha llevado el Premio del Público, mientras que el Jurado ha considerado que Karim Leklou merecía reconocimiento como mejor actor por papel en «Vincent Droit Mourier». Si recuerdas, esas fueron las pelis que vi en mi primera jornada de Festival.

Otra de las cintas que caté ayer en mi segundo round sitgetano també ha entrado en el palmarés. Pero no adelantemos acontecimientos. Mi selección del viernes 13/10, fabuloso día tardoveraniego que invitaba más a experiencias «outdoor» que no a encerrarse en la penumbra, fue:

«Riddle of Fire» – Weston Razooli

«El debut más cool visto en Cannes«, «La película que entusiasmó a Quentin Tarantino» … con esos ganchos, cualquiera se la pierde, ¿eh?

Y mira tú por donde, aunque su trama sea más simple que el mecanismo de un botijo y que el amateurismo campe a sus anchas durante todo el metraje, entiendo y hasta comparto los elogios vertidos hacia «Riddle of Fire».

Estamos ante una película extremadamente buenrollista, de un humor todavía más blanco que el de «Robot Dreams», que vendría a ser un cruce entre «Los Goonies» y las películas de Parchís.

¿El secreto de su éxito? Un cásting infantil acertadísimo. Por una vez no odias al repelente niño actor. Al contrario, sus protagonistas, dos hermanos y una amiguita inmersos en una especie de gimcana XL que empieza con un recado de su madre, son de lo más salados y te llevan en volandas.

El Jurado de Sitges le ha otorgado una Mención Especial por que «nos ha hecho muy felices«. Sí, esa ha sido literalmente la justificación.

8/10

«Les Chambres Rouges» – Pascal Plante

Habitaciones Rojas / Red Rooms es el nombre que reciben las snuff movies que se retransmiten en directo, en plan pay-per-view, a través de la Dark Internet.

«Les Chambres Rouges», producción de la Canadá francófona, retrata tanto ese fenómeno como el de las groupies que se enamoran de los psicópatas. Evidentemente, toda la felicidad acumulada al finalizar «Riddle of Fire» quedó aniquilada ipso-facto de un plumazo por la enfermedad reinante en el segundo plato de la jornada. Una de esas películas que prima las atmósferas por encima de ritmo y guión.

Kelly-Anne y Clementine duermen a las puertas del juzgado. Se ha iniciado el proceso contra Ludovic Chevalier, presunto asesino de tres adolescentes, y quieren asegurarse una silla en la sala.

Clementine es una notas y cada día proclama a los medios la inocencia de su enamorado. Todo es una conspiración contra Chevalier.

Kelly-Anne, mucho más reservada, es otro rollo. Desconcertante, es puro enigma. Enigma que da cuerpo a la película y que, finalizada la proyección, no estoy seguro de haber resuelto. Queda claro que la chica no está bien de la azotea, ¿pero sus motivaciones? Que cada uno saque sus conclusiones.

Su director, en la charla previa, dijo que la obra era como un cubo de Rubik al que nos invitaba a jugar. Yo nunca fui bueno con ese cacharro.

7,5/10

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