La belleza se puede encontrar en muchos lados y de muchas formas: la música es una de ellas y, detrás de la apariencia de brutalidad desatada, bajo rígidos parámetros, encontramos una de sus formas: Heavener, tercer disco de Invent Animate, desconocidos por mi hasta hace bien poco, resulta demoledor.
Como guante de seda forjado en hierro, as Daniel Clowes said, la propuesta de Invent Animate acaricia con la contundencia del acero y golpea como la seda. La conjugación de prog, metalcore y djent resulta tan agresiva y abrasadora que desearás arder entre los algorítmicos pasajes sonoros que conforman Heavener. Esta no es una propuesta amable, debes llevar a cabo un ejercicio de dejarte ir. Porque es cierto, el nivel de agresión es altísimo, las canciones están plagadas de polirritmos, baterías atronadoras como artillería pesada que llevan a territorios asolados y humeantes para después sentir el frío y cortante hilo de guitarras que cercena tus esperanzas de salir con vida.
Aquí no encontraremos sonidos orgánicos ni benevolentes: la espiral de locura e introspección empieza con Absence Persistent que si bien arranca con fríos efectos atmosféricos y sentidas melodías vocales pronto el cabalgar de furiosos corceles nos expulsan de la ensoñación. Los guturales toman el mando con una sección rítmica apabullante coronada con espinosas guitarras a cargo de Goldwire . Esto es el inicio, estás dispuesto a seguir adelante en este viaje?
Pues toma aire por que el golpetazo frontal de Shade Astray es un vaivén de emociones… de la bestialidad a los breaks, de la parada en seco agarrando aire a la violenta profanación de tu cuerpo para arrancarte el alma con cada lamento que emana de Marcus Vik.
Si con toda la furia del djent y el prog hardcoreta no tenías suficiente en el tema Labyrinthine te verás vapuleado. Corte parido en el enfermo cerebro del Minotauro de Creta y agresivo como su embestida: salvajes y devastadores blast beats, voces con ecos abisales, terribles, arrasan con todo a su paso. Casi que puedes sentir en el pecho el eco de las pezuñas de la bestia corriendo hacia ti, pero no: son las cuerdas de Caleb Sherradan que suenan incluso más amenazadoras.
Y así batido por los océanos embravecidos de estos primeros cortes llegamos a la orilla de uno de los singles: Without a Whisper. Las lineas vocales iniciales son un cobijo ante la tempestad que se va formando a lo lejos, que se avista pero no estalla en toda su virulencia. Un breve receso, si es que así se puede denominar alguna de las propuestas disparadas hasta el momento.
Conectando de nuevo con el tema que abre el disco False Meridian vuelve a los sonidos retorcidos y complicados, difíciles de enmarcar y procesar pero no por ello menos disfrutables. Al contrario, es precisamente en este marco más metalcore donde enmudecemos ante la técnica, la emoción que transmiten Invent. Si hablábamos de la versatilidad de Vik no podemos quedarnos sin mencionar la locura que es Trey Celaya a la batería, una máquina demoledora de lanzar beats sin tregua alguna.
Quizás sea este lo más accesible que puedas encontrar por estos surcos sin contar Reverie. Como su nombre indica se trata de una pieza puramente emocional, una ensoñación, el reposo necesario ante tanta brutalidad que nos permite darnos un respiro. Y así mansamente llegamos a la inmolación de la noche.
Este corte, Immolation of Night, también fue uno de los elegidos como adelantos y aquí no se toman prisioneros. Si con Without a Whisper veíamos una de las caras más accesibles y amables aquí nos topamos con el caos total. Perfecta armonización de la destrucción y, por supuesto, un de mis temas favoritos del álbum. Genialidad no apta para oídos sensibles: es tanto lo intrincado, la sensación de caer por un pozo oscuro, repleto de zarzas de cortantes filos, en un infinito descenso a los infiernos, que resulta malévolamente delicioso.
Purity Weeps sigue empeñado en hacerte saltar la tapa de los sesos. La contraposición de la agresividad y la emotividad resulta más que efectiva: engancha. Siempre, en todo el disco, la sensación de pena y tristeza parasita cada tema, cada riff, cada acorde. Prueba de ello es Void Surfacing. Otro de los temones que encontramos en Heavener: espeluznantes cortes y paradas, magistralmente orquestadas para darte cuchillazos en la cara, las manos. Sadismo sonoro.
Que podíamos esperar después? más leña al fuego? si y no, Emberglow juega a una dicotomía ya explorada anteriormente aunque la elegancia sea quizás su nota más destacable: sin llegar a destacar o sobresalir entre los cortes más esenciales no palidece ante sus compañeros de viaje.
Y así ensangrentados, con rictus que deforma una sonrisa abrimos el último sello y dejamos que el apocalipsis nos lleve. Elysium no solamente es una forma demencial de cerrar el álbum si no que además es la última joya escondida en este disco. Hay que navegar como el viejo marino de Coleridge para llegar aquí. Felicidades, porque el viaje no solo ha valido la pena: ha sido una locura imperdible.
No podemos cerrar este review sin mencionar a Caleb Sherradan, su trabajo al bajo es absolutamente memorable, retronando en cada surco, ni Keaton Goldwire a la guitarra: su trabajo de orfebrería fabricando riffs cortantes o aplastantes a su antojo hablan por si solos. Un álbum genial para una banda estratosférica.