Cuando Wayne Hussey se dirigió al público por primera vez, destaco que había llovido mucho desde la última vez que se veían, no le hizo falta especificar el motivo, ya que todos los presentes lo conocíamos: las anulaciones pandémicas. Por lo tanto, la conexión entre ambos estaba garantizada y quedo demostrada en un show de una banda clásica, y de las que ha marcado a tantas bandas.
Esa conexión se ve alimentada con la selección de temas, donde destaca la vertiente más clásica de la banda, conformando un show de casi dos horas de show, que pasa de lo emotivo a lo enérgico sin problema. Una vez que la banda descorcha las botellas de vino y tras una larga introducción, “Beyond The Pale” sirve para ponerse en marcha de forma tranquila hasta que llega el momento del estribillo, donde el público es el encargado de corearlo y lo que marca el inicio de la conexión anteriormente indicada.
The Beatles son los elegidos para la segunda toma de contacto con “Tomorrow Never Knows”, aunque la banda la ejecuta de forma exquisita, quizás no es la mejor carta para engancharte al show. Pero valorando todo lo que nos ofrecieron a posterior, encajo perfectamente en su set junto a auténticos clásicos como “Butterfly On A Wheel” donde muestra su lado romántico, “Deliverance” o “Severina” su lado épico, junto a otros momentos rockistas como “Over The Hills And Far Away” o una “Wasteland” trufada con el “Light Mi Fire” de The Doors.
Tras la calma acústica de Wayne en solitario con “Love Me To Death”, una dinámica “Tower Of Strenght” remato un show, que como ya hemos dicho, todo el mundo tenía ganas de que llegara. Aunque la banda, declaró a posterior que no entendía como los fans no habían entrado en la sala a la hora anunciada (y seguían entrando una vez arrancado el show), por lo que demoraron el inicio del show tomando vino y dedicaron en Redes sociales un: Gracias Barcelona por tanta calidez, a pesar de no llegar a tiempo.