Si tengo que resumir de forma rápida el show de The Grand East, diríamos que dejo con el “culo torcido” a todos los que lo presenciaron sin pocas referencias de la banda. En una suerte de combo que bebe de The Who pasando por la parte lisérgica de la Velvet Underground y que toma el camino de la locura hasta Electric Six, King Gizzard & The Lizard Wizard o Les Savy Fav. Con un frontman directamente genial, ese solo de pandereta corriendo entre la gente es directamente uno de los momentos de la noche y los teclados Boogie meten el ritmo en el cuerpo a cualquiera.
A primera vista, o, mejor dicho, a primeras impresiones mientras Dewolff desarrolla su show, el trio holandés parece haber vendido su alma al formato Jam Band. Han entregado y enfocado sus composiciones hacia el camino de los largos desarrollos, cargados de electricidad instrumental, y donde los elevan a otra dimensión, tal y como se establece en su nuevo disco “Love Death & In Between (2023)”, con el correspondiente riesgo que eso conlleva.
Cuando hablamos de riesgo, hacemos referencia a no quedarse en una zona de confort, que en la música acaba siendo (casi en todos los casos) lo peor que te puede pasar, aunque se tenga que escoger la delgada línea entre el exceso y la desconexión del oyente o espectador. En el caso de Dewolff, ese riesgo pasa por llenar en formato disco sus temas de nuevas influencias, cada vez más orientadas al soul, jugueteando con ritmos latinos, trufándolas de coros femeninos y sección de vientos y alargando sin miedo la duración de los mismos.
En directo se presentaban despojados de la grandilocuencia citada anteriormente, en su hábitat habitual de formato trio, pero con ganas de defender su “nueva” propuesta, arrancando con las dos primeras piezas de su reciente álbum, “Night Train” y “Heart Stopping Kinda Show”, enchufando tanto a banda como público y metiéndolos rápidamente en el show. Aunque curiosamente (al menos así me paso a mí) acto seguido de ese arranque y el enlazar dos piezas tranquilas y de largo desarrollo, asomó la comentada delgada línea citada anteriormente y me desconectó algo del show, pero rápidamente un tema como “Yes You Do” te reconecta de nuevo.
Durante el set, se visitó en varias ocasiones “Tascam Tapes (2020)” y aquí vendría la única pega del show, ya que éste se antoja muy escueto para la nueva propuesta de la banda, donde debería valorar incluir algunos temas más de rápida factura y más representación de su reciente trabajo, una pena que, en su show de Barcelona, no sonó “Message for My Baby”, que en directo debe dar un juego espectacular, en esa especie de orgía a lo Grand Funk.
“Rosita” y sus más de dieciséis minutos representa el nuevo camino, y como no podía ser de otra manera es la escogida para cerrar la noche, alargándola hasta el infinito y con un trabajo espectacular de voces de los hermanos Van Poel y un piano que parece sacado del Apolo Teather de NY por parte de Robin Piso. La referencia al icónico teatro de Harlem no es gratuitita, ya que, para la interpretación de este tema, Pablo se mete claramente en la piel de todo un “Soul man”, despojándose en una parte de su guitarra y bailando entre la gente, mientras la banda le cubre y Luka se muestra espectacular en la voz. Fin de fiesta esperado, pero no por ello menos satisfactorio.
Fotos by Alvar LG. Sigan sus pasos en @alvar.l.g